Nihil novum sub sole

cabinasEl pasado viernes, a las 0:00 y con la tradicional pegada de carteles -aunque los candidatos hace tiempo que no mojan una escoba en un cubo de engrudo- comenzó la campaña electoral de las Elecciones legislativas del 2008. Es un decir, claro. Lo de que la campaña empezó el viernes -pues como poco llevamos nueve meses o cuatro años menos dos semanas, según se mire- y que son legislativas -pues el Parlamento ya cuenta poco, son presidenciales mal planteadas.

Esto me hace rescatar una entrada no publicada que escribía el día de reflexión de las pasadas municipales con motivo de un artículo en el que Eduardo García Matilla, director de la empresa Corporación Multimedia y profesor del IE, criticaba la escasa originalidad de todos los elementos de la propaganda electoral, desde carteles y cuñas radiofónicas a los anuncios en los espacios cedidos gratuitamente y los debates de pega pasando por las intervenciones en los mítines y los cortes extraídos para los informativos. Seguramente, en esta ocasión algo ha cambiado en los mensajes, mezcla ecléctica del "a que huelen las nubes" que comentaba hace poco y los más chusqueros anuncios de Don Simón contra Pascual.

Pero de algún, modo aunque no centrado tanto en los aspectos más técnicos de la comunicación, pensaba en los mismos términos por aquel entonces, lo mismo que ahora y durante las últimas semanas. Quizás esta sea una de las campañas que estoy siguiendo con menor interés de todas las recientes, pese a lo ajustado que parece estar. Me apasiona la política, pero la política de la confrontación de ideas y modelos de servicio a la sociedad, sin embargo me temo que ésta, una vez más, será la campaña de la confrontación de personas y clichés. Sobre todo porque es lo que suele hacer una parte del espectro político, pero esa es otra historia.

Lo que más me rebela es la cantidad de dinero, dinero que en su mayoría sale de nuestros bolsillos en forma de impuestos, sea directamente -vía las asignaciones oficiales- o indirectamente -vía corrupción. Dinero que se gasta en publicidad y en mítines. No sé cuánto puede costar organizar un mítin, pero me imagino que alquilar una plaza de toros, los equipos de megafonía, mesas de mezcla e iluminación no debe ser barato. Luego, fletar los autobuses y pagarle el bocadillo y la banderita o visera a las miles de personas convocadas en el coso también será un pico. Además hay que poner la seguridad, el transporte, de los materiales y de las personas, y un largo etcétera.

¿Y todo para qué? Para 30 segundos en el telediario de la noche en los que el candidato se limita a descalificar, con más o menos gracia, con más crispación o ironía, más o menos tensión y dramatismo, al que en ese momento da el mitín en el campo de fútbol de la ciudad vecina.

Y yo me pregunto, ¿a cuánto saldrá el segundo? ¿No sería más fácil que cada día se fueran a un plató, se pusieran delante de un croma (creo que así se llaman esas pantallas verdes sobre la que el realizador pone una imagen de fondo al emitir las imágenes) y soltaran los mismos improperios. A fin de cuentas, quien se toma la molestia de acudir a un mitin, está lo suficientemente motivado para votar, y no me parece que sean indecisos. No creo que sea el lugar más adecuado para que a uno le expliquen los motivos por los que debe votarles a ellos.

Creo que ganaríamos todos, los candidatos vivirían mejor y podrían conciliar su vida personal con su vida laboral (sic) y nuestros impuestos tendrían un mejor destino.

Y es que en realidad, pienso que los políticos sufren de una endogamia y un alejamiento de la realidad de tal envergadura que planifican sus campañas para ellos mismos. En cierto modo creo que son sus propias víctimas y que no hay nadie con el coraje suficiente para salirse de su particular carrera de ratas -aunque en este contexto la metáfora casi no sea tal ;-).

Pero la verdad es que hasta cierto punto, me recuerdan a los blogueros, entre los que me incluyo. Con nuestra propia problemática sobre la moderación de los comentarios, la autocensura, la utilidad del twitter o la revolución de los dospuntocero, pero luego resulta que cuando Julen le pregunta a su vecina del quinto no tiene ni idea de lo que le está hablando. O resulta que cuando le preguntamos por la calle a alguien que pasa por todo un A-List como Enrique Dans, duda entre si es un colaborador de A tu lado o uno de los participantes en Supervivientes. La diferencia está es que a los blogueros basta con ignorarlos/ignorarnos y a los políticos los sufrimos día a día. Y encima les pagamos.

Así que será mejor que no nos engañemos. Internet y la web 2.0 no son la solución al problema. Al menos no de momento. Pues aunque el crecimiento es sustancial, es aún minoritario y todavía hay más personas delante de la televisión un jueves por la noche que delante de un monitor y un teclado. No sé cuál es la penetración de PCs con conexión a Internet por cada hogar español, podría mirarlo pero no creo que haga falta para compararla con la proporción de televisores por hogar.

Y es que la larga cola no funciona aún en política. No al menos en el sistema electoral que tenemos, de listas cerradas, y proporcional por circunscripciones.

Así las cosas, planteo la misma pregunta que le hacía a Alberto y a Luis en un post anterior: ¿qué podemos hacer nosotros, los ciudadanos de a pie para hacer cambiar las cosas? ¿Cómo lo conseguimos? ¿Cómo cambiar desde abajo?

 

Nota: La imagen de la cabina corresponde al Ministerio del Interior

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  • Primus inter pares - ¿Es mejor un partido por elegir a sus candidatos mediante primarias?. Etiquetas: elecciones, política, primarias
  • Quid Romae faciam? mentiri nescio - Los políticos y la mentira. Etiquetas: elecciones, humildad, Jean-Francçois Revel, mentira, política

3 thoughts on “Nihil novum sub sole

  1. Antonio, antes de nada felicitarte por la mudanza. Te ha quedado de lujo. Muy bien

    Respecto a lo que comentas:

    Coincido contigo en que “la Web 2.0” a día de hoy no va a cambiar el signo de unas elecciones, no va a hacer cambiar masivamente de voto – Hay una masa de votantes en cada partido que vota como lo haría un hincha de fútbol – aunque tu equipo sea el peor y el contrario juegue de cine, siguen apoyando al propio – da igual que pierdan 5-0 que seguirán apoyando a su partido.

    Pero entre esos bloques de forofos se sitúa un conjunto, minoritario por desgracia, de electores que sí son receptivos al debate y confrontación de ideas y programas – es ahí donde la forma de hacer llegar las propuestas e ideas es importante (además de ellas mismas por supuesto). Y cuando los medios de comunicación, públicos y privados, controlados por el régimen se empeñan en silenciar y ocultar opciones que resultan incómodas, es cuando medios como Internet y la Web 2.0 pueden tener su papel decisivo. Por poner un ejemplo muy cercano para mi: En las pasadas elecciones de Cataluña el partido Ciutadans – C’s – obtuvo 3 escaños en el parlamento autonómico. Uno de los elementos diferenciadores de este partido fue como enfocó la difusión de sus ideas a través de Internet y existe el convencimiento de una buena parte de su relativo éxito es atribuible directamente a este hecho. Hoy día siguen utilizando Internet como su principal medio de llegar al ciudadano (entre otras cosas porque aún hoy siguen padeciendo oscurecimientos como cuando en las noticias de los medios del régimen tienen que hacer la crónica parlamentaria se refieren a ellos como los diputados del “grupo mixto”)

    En cuanto a la gran pregunta que dejas para el final, no lo se Antonio. Ojalá lo supiera. La historia dice que los cambios grandes vienen o por revoluciones violentas o porque alguien hace el cambio del sistema desde dentro. No veo la manera de hacer el cambio desde fuera del sistema. Dicho esto pues parece que la única manera inteligente y democrática sería afiliarse a un partido de los mayoritarios y desde dentro promover el cambio – pero suena ciertamente utópico – lo que tengo claro, sea cual sea la solución, es que ahora es más fácil llegar a todo el mundo que antes y que los grandes medios no pueden silenciar a los “outsiders”- lo que es una condición previa para provocar el cambio, aunque claro que hay otras condiciones más importantes antes como la educación y ahí si que estamos mal

    Un saludo

  2. Luis,

    Me doy por aludido porque desde que tengo derecho he votado siempre al mismo partido (aunque en las últimas me planteaba abstenerme en una de las dos cosas que se elegían). Y no me considero un hooligan, lo que pasa es que los otros están muy, muy lejos de mis convicciones y mi forma de ver la vida.

    Y no es que el partido al que voto cumpla con todo lo que me gustaría, pero desde luego se acerca mucho más y me parecen más honestos.

    Y, en todo caso, no creo que una base estable de 10Mill. de votantes en ambos partidos sean todos hinchas.

    En lo demás, sobre la Web 2.0 estoy de acuerdo, pero llevará tiempo. E incluso aquí los grandes tienen más fuerza mediática y una base de hinchas dispuestos a apoyar (como ha pasado recientemente). No hay más que leerse los comentarios a las noticias de prensa de cualquier periódico online (confieso un poco voyeourismo…).

    Es más, uno de los grandes tiene una gran capacidad para generar propaganda y asimilar con rapidez cualquier avance en este campo, mientras que el otro peca de ingenuo, me temo.

    Pero sobre todo aciertas de pleno en el tema educativo. Ahí reside la clave. Y ahí reside el interés de controlar todo el sistema, en vez de dar medios y libertad para elegir. Y en engendros de EpC o el que vayan pasando de curso sin necesidad de aprobar. Cuanto más incultos, más fáciles de moldear. ¿O no?

    Lo curioso es que los que defienden el igualitarismo con estas medidas no están sino contribuyendo a crear las elites del futuro: formadas por aquellos quienes sus padres se preocupen y se sacrifiquen hoy por darles la mejor educación que puedan permitirse.

    Saludos,
    Antonio.

  3. El tema educativo es mi paranoia. En mi blog se me cuela de vez en cuando como el único “off-topic” que pongo. Y estoy paranoico porque esta barbaridad que estamos cometiendo, por acción o por omisión, nos va a pasar factura dos o tres generaciones al menos, aunque lo corrijamos ahora.

    Es una paradoja sí, que los que presuntamente se preocupan más por la igualdad, estén creando desigualdades definitivas. Pero no nos equivoquemos, son conscientes y sus hijos no van a la pública – sin ir más lejos, “mi honorable” President de la Generalitat lleva a sus hijas al colegio alemán, uno de los más elitistas de Barcelona – pero como él dice es una “opción personal”, que pena que todos no tengamos la posibilidad de tener esa “opción”.

    Un saludo

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