Non bene pro toto libertas venditur auro

camino de servidumbre

Estaba preparando hoy una entrada sobre el imperio de la ley que guardaré para mejor ocasión, dado que en la comida con unos amigos ha surgido un interesantísimo debate que no me resisto a comentar aquí. Hablábamos de política, y dado que estas conversaciones suelen terminar en callejones sin salida, además cargados de pathos, nos hemos movido a un terreno alejado de las siglas y del día a día, en el que hemos confrontado diferentes concepciones de la cosa pública y en concreto sobre el mercado.

Porque al final ha salido lo inevitable, me temo: lo público es lo bueno, lo privado es diabólico cuando menos. Lo que nos ha llevado a uno de los clichés más extendidos entre los que se sitúan a un lado del espectro político: el mercado es malo por naturaleza, la ley de la oferta y la demanda es una ley animal y por tanto, el capitalismo es salvaje por definición.

Mucho me temo que las ideas liberales son anti-intuitivas, en el sentido que conceptos como el de la mano invisible no son de comprensión inmediata y por lo tanto fácilmente atacables con imágenes y tópicos que sin duda son mucho más sugerentes. Porque, ¿cómo es eso que personas que actúan buscando su propio interés, por el hecho de hacerlo está contribuyendo a que otros individuos cumplan sus objetivos? Me lo explique oiga.

Voy a intentar explicarlo con mis propias palabras y con algo de ayuda de los que realmente sabían del tema, y en el peor de los casos, trataré de dar mi opinión al respecto de la forma más razonada posible.

Para esto, se me ocurren un par de caminos posibles no necesariamente mutuamente excluyentes ni colectivamente exhaustivos, pero espero suficiente para que se entienda sin alargar demasiado el post.

  1. Contraargumentando a algunas de las tesis que me han mencionado esta tarde, por ejemplo: la ley de la oferta y la demanda es una ley animal porque es la ley del más fuerte.
  2. Analizando la alternativa posible al sistema de mercado y mostrando como ésta es peor y contraria a la libertad.

En primer lugar, la ley de la oferta y la demanda es una ley animal, es la ley del más fuerte, de modo que si la oferta es menor que la demanda, los que menos tienen se quedan sin lo que sea de lo que estamos hablando.

Este es el argumento que me parece más sencillo desmontar mediante el método aristotélico de  reductio ad absurdum: hasta ahora, que se sepa, no se conoce de ninguna especie animal, con la excepción del homo sapiens, es decir nosotros mismos, que intercambie bienes o comercie con sus posesiones. Es decir, no he visto nunca un perro que intercambie un hueso con otro para que le ceda los derechos de territorio (ya me entendéis) sobre una esquina.

Sin embargo, la ley animal, que no tiene nada que ver con la del mercado, sí que es la del más fuerte. O más poderoso, que para el caso es lo mismo. Porque salvo que tú seas el más fuerte o el más poderoso, siempre habrá alguien que decida por ti cuántos huesos puedes tener, dónde puedes levantar la pata o, en el caso que nos ocupaba esta tarde, a qué colegio puedes llevar a tus hijos.

Además, quien emplea este argumento olvida que la ley de la oferta y la demanda descansa sobre un instrumento tan sofisticado y a la vez tan simple como son los precios. Y, la verdad, no veo yo a los animales, ni siquiera a los supuestamente más inteligentes, haciendo uso de un sistema de precios como el que maneja el mercado cuando se le deja funcionar libremente. Entre animales no opera más precio que el de la dentellada o el zarpazo para hacerte con algo. ¿O no?

No, no parece que el sistema de la oferta y la demanda sea una ley animal, antes bien, me parece de lo más humano que existe. En esto suscribo lo que afirmó Hayek:

A menudo asumimos el funcionamiento del sistema de precios. Estoy convencido de que si éste fuera el resultado de un diseño creado por los individuos, y que si las personas guiadas por él entendieran que sus decisiones tienen una importancia crucial que va mucho más allá de su objetivo inmediato, este mecanismo sería aclamado como uno de los mayores triunfos de la mente humana.

The Use of Knowledge in Society

Friedrich von Hayek

Luego está el tema de qué pasa cuando la oferta no es suficiente para cubrir la demanda, lo que me lleva al segundo punto, a ver qué ocurre con la alternativa al mercado, que no es sino la asignación centralizada, arbitraria, redistributiva o como la queramos llamar.

El mecanismo del mercado ya lo conocemos, y aunque había intentado resumirlo convertía esta entrada en insoportablemente larga y tediosa (sí, sí, aún más), así que he suprimido los párrafos correspondientes para mejor ocasión, porque lo que realmente me interesa es la pregunta, ¿cuál es la alternativa a este mecanismo de asignación de recursos? O lo que es lo mismo, si de repente para un bien determinado aumenta la demanda por encima de la oferta, ¿quién decide el reparto?

Porque está claro que si no es el sistema impersonal del mercado, alguien tiene que hacerlo. Y se dirá, "pues claro hombre, el Estado. ¿Quién si no?" De acuerdo, pero dado que el Estado no tiene cara ni ojos, al final será una persona, funcionario o burócrata quien decida a quienes se repartirán los bienes disponibles y, por lo tanto, quienes se quedarán sin ellos. O un ordenador, tanto da, porque al final alguien lo habrá tenido que programar con unos criterios de reparto. Criterios que a priori nos pueden parecer sencillos pero que si juntamos todos los bienes y servicios que consumimos o podemos consumir, y lo mezclamos con las relaciones e interdependencias que existen ya se ve que acertar va a ser complicado a menos que seamos omniscientes… o bien que nos de igual porque aquí quien decide lo que debes y no debes tener soy yo.

Y por otro lado, alguien tendrá que decidir cuántos bienes producir de cada cosa, para lo que tendrá que predecir la demanda para no malgastar recursos y dinero de los contribuyentes. Y predecir la demanda, que no es sino predecir el futuro, no es que sea precisamente fácil. Salvo, claro está que la demanda la decidas tú, lo cual nos llevaría al  por el camino de servidumbre tal y como nos alertó Hayek:

…la estrecha interdependencia de todos los fenómenos económicos hace difícil detener la planificación justamente en el punto deseado, y […] una vez obstruido allende cierto límite el juego libre de mercado, el planificador se verá obligado a extender sus intervenciones hasta que lo abarquen todo.

The Road to Serfdom

Friedrich Hayek

Hmmm… no, como alternativa no parece tampoco que sea mejor, no. A no ser que nos guste que otros, los poderosos, decidan por nosotros.

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  • Addendum eodem est ut… - . Etiquetas: Adam Smith, economía, mercado, política
  • Malo periculosam libertatem quam quietum servitium - Capitalismo y comunismo y su relación con la ilusión y la felicidad. Etiquetas: Friedrich Hayek, Jean-Francçois Revel, Ludwig von Mises, pathos, política

6 thoughts on “Non bene pro toto libertas venditur auro

  1. Amén.
    La alternativa es, simplemente, aterradora. Eliminar la iniciativa individual en favor de una planificación centralizada realizada por “seres superiores” me parece una posibilidad que da miedo.
    Respecto al papel del Estado en la ley de la oferta y la demanda, creo que asegura el éxito si garantiza la transparencia y el respeto a las leyes o reglas del juego.

  2. Muy interesante la reflexión. Lamentablemente la economía sigue siendo la gran desconocida, a pesar de que estemos totalmente inmersos en ella.
    Cuando Adam Smith describía la mano invisible la aplicaba siempre en un estadio final de evolución social en la que los hombres habían aprendido a comportarse razonablemente, que posibilitaba una libertad perfecta gestionada a la vez por el individuo y de instituciones diseñadas para corregir las posibles imperfecciones y abusos.
    Así que es cierto que la búsqueda del beneficio propio conforma la realidad, junto con otras pasiones humanas, pero también la razón y la empatía con el resto de la especie.
    Normalmente se simplifica, se ve desde la distancia y se pierden muchos de estos matices. Al reducir suelen sobrevivirlos aspectos negativos de la ambición. Ésta se descalifica de manera injusta, porque también es ambición la idea de “conseguir un futuro mejor para uno mismo” o “unas mejores condiciones para los tuyos”.
    En realidad, y aunque no se utilizaban por supuesto estas palabras, tanto Adam Smith como otros pensadores de su época describían un equilibrio de una compleja red de fuerzas que era capaz tanto de dar salida a las ambiciones básicas de la persona, y por tanto a sus fuerzas y energías, como de limitarla en el respeto a los demás allà donde fuera necesario y a través de diversos mecanismos internos y externos. Así la búsqueda del beneficio es algo legítimo que además a través de instituciones y del propio mercado se propaga al resto de la sociedad.
    Ese mismo beneficio sirve a la vez para minimizar posibles costes de oportunidad, centrando la producción donde es más eficiente, al igual que el modelo de Ricardo para el comercio, generando beneficios a escala global.
    Vaya rollo, jejeje. Disculpadme pero estos temas me gustan :)
    El hecho es que una economía planificada por fuerza realiza una elección de un óptimo bajo unos criterios simplemente políticos, desaprovechando un montón de fuerzas individuales, y nos hace pagar a todos un coste de oportunidad que, aunque sea sólo visible a través de la comparación, es de escala gigantesca, y a la historia me remito.
    Un cordial saludo :)

  3. Rafa, das completamente en el clavo. Ese es justo el papel que le corresponde al Estado: vigilar que se proteja la libertad de las personas, la propiedad privada, el respeto a las leyes y el cumplimiento de los contratos. Nada más… y nada menos.
    Y aterrador, sí que lo es, y sin embargo poco a poco vamos dejando que el Estado vaya ganando terreno a las personas. Sin darnos cuenta.
    Gabriel, en este blog te puedes enrollar cuando quieras y cuánto quieras. ¡Si estoy tentado de cambiar mi entrada por tu comentario! ¿Das tu permiso para que la reproduzca en un post? (Con licencia Creative Commons, of course) De hecho lo mejora tremendamente, pues releyéndolo tampoco estaba muy inspirado el domingo por la noche.
    Permíteme añadir un par de comentarios:
    1.- Respecto a lo que comentas de que la economía es la gran olvidada. Por supuesto que sí, y además creo que se debe sobre todo al efecto anulador de la responsabilidad que tiene eso del estado del bienestar, o mucho más acertadamente el estado benefactor o estado providencia, como lo llamaba Hayek. A base de darnos subsidios de todo tipo, seguro médico ¿gratuito?, de pensiones, de paro, subvenciones varias, colegio gratuito también, etc. etc. ha conseguido que seamos unos absolutos irresponsables en lo que a cuidar de nuestro propio futuro se refiere. Y si no, a los hechos me remito: no hay más que ver los titulares estos días, y los que quedan por venir.
    2.- Comentas que Adam Smith aplicaba lo de la mano invisible en una sociedad muy avanzada y en estado de libertad perfecta. Hmmm, yo aquí difiero un poco, pues creo que el concepto es aplicable desde el momento que los hombres ven que progresan más colaborando (y compitiendo a la vez) que únicamente compitiendo. Y esto se produce desde los primeros intercambios comerciales. Por tanto, para mí es aplicable desde hace mucho. ¿Qué en ausencia de libertad perfecta no se obtienen todos los beneficios esperables? De acuerdo, pero prefiero una mano invisible en un mundo imperfecto que una mano de hierro en un “mundo perfecto”, osea, utópico. Y creo que tú también, ¿no?
    Un abrazo a los dos y, como siempre, ¡gracias por comentar!
    Saludos,

  4. Por supuesto mi comentario es tan tuyo como quieras, sin restricción alguna, jajaja. Y gracias por el comentario al comentario :)
    En cuanto al punto 2 estoy totalmente de acuerdo contigo, mi puntualización se refiere mucho más a que se suele simplificar a Adam Smith quien, a pesar de ser el primero en iconizar el concepto no fue ni mucho menos el único que reflexionó sobre ello, y quien también estaba preocupado por diferencias entre pobres y ricos, imperfecciones (aunque no las llamara así) y la manera de corregirlas.
    Le pasa un poco como a John Stuart Mill, decididamente liberal y utilitarista, pero que consideraba también útil la felicidad de los demás, no sólo la propia.
    O yendo más lejos como a Robert Nozick que, decididamente libertario, fue convertido en icono de la extrema derecha americana ante su propio disgusto.
    Un cordial saludo :)
    PD: nada de cambiar el post, añadir otro si, pero nada de quitar… no sería socrático. :)

  5. Una idea sobre la reducción al absurdo comentada (no aporta mucho, sólo por chinchar).
    Sí intercambian los animales, puede que no al nivel de conciencia que lo hacemos nosotros, pero sí, lo hacen.
    Ejemplo http://en.wikipedia.org/wiki/Pisaura_mirabilis

    Segundo, precios, no son sino el uso consensuado de una métrica. Eso no quiere decir que si esa métrica es definible para las dentelladas y los ladridos no sea posible establecer un sistema de productores/consumidores medible en los mismos términos que los humanos.

    Ea, dicho queda.

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