La segunda de mis objeciones a la refundación del capitalismo tiene que ver con la capacidad práctica para inventar un sistema alternativo al de mercado en el que la intervención del estado produzca los resultados deseados.
Afortunadamente, no tendré que desarrollar demasiado el argumento aquí dado que cuando escribo esto la famosa reunión se ha celebrado y ya se ha visto que ha quedado en nada. Ni fuegos artificiales siquiera, se lo gastaron en canapés seguro. Afortundamente digo, no porque me ahorro escribirlo, sino porque de los dos males que se podían producir, al final ha sido el menos malo el que ha ocurrido: el haberles pagado un fin de semana, networking incluído, a toda esta patulea de amantes de gastar el dinero ajeno. Me pregunto: para cuándo una cumbre para refundar la “profesión” de político.
Pero volviendo al tema, decía que esto de refundar lo que nadie ha fundado jamás se me antoja complicado. Comentaba en mi primera entrada sobre este asunto que tratar de sustituir a siglos de evolución por un sistema especialmente diseñado por la mente humana y de forma consciente me parece dificil y, en el supuesto de conseguirlo, su implantación sería aún más costosa si cabe.
Costoso en recursos, en esfuerzo y, estoy convencido, en vidas humanas. No olvidemos que fue la división del trabajo, de la mano del capitalismo, la que liberó el enorme potencial del trabajo humano multiplicando su productividad como nunca se había visto antes, lo que a su vez favoreció que la población del planeta se multiplicara en unos pocos años1 -pocos comparados con la historia de la Humanidad- y al mismo tiempo lo hiciera el bienestar y prosperidad de la población.
Pero yendo a lo práctico, si nos centramos en el esfuerzo necesario para refundar algo como el capitalismo, surgido espontáneamente, miremos por ejemplo otra institución netamente humana que ya mencioné el otro día: el lenguaje. Esta es otra invención colectiva del género humano que ha ido evolucionando siglo tras siglos y que, permanece en constante evolución y mejora. Y tiene la ventaja de que es algo que sí se ha tratado de refundar: ¿alguien se acuerda del esperanto? ¿Ha tenido éxito? ¿Ha sustituido a cualquier otra lengua en el mundo?
¿Qué sistema nos parece más complejo el del lenguaje o el del mercado? A mí me parece que un idioma en principio sería más fácil de planificar: se trata de definir un vocabulario, una gramática y una fonética y luego conseguir de alguna forma que se utilice, que es lo realmente complicado. ¿Pero y qué pasa con los dobles sentidos? ¿los juegos de palabra? ¿los giros idiomáticos? ¿cómo afectarían las ligeras o amplias variaciones en articular los sonidos que forman los fonemas? ¿los acentos de cada lugar? Aún así, me parece más sencillo que reinventar el capitalismo.
Porque el sistema de mercado se basa en el cálculo económico que realizan miles de millones de criaturas a la hora de tomar sus decisiones, criaturas que no buscan sino mejorar su propia condición -y con ello, contribuyen sin saberlo a que otros mejoren la suya propia. Reemplazar todo este conocimiento distribuido en miles de millones de cabezas, es sencillamente imposible hoy. Y no creo que nadie, ni juntando todos los ordenadores del mundo con la mejor tecnología de cloud computing, pueda llegar a reemplazar este cálculo económico. Ni siquiera llegaría a aproximarse.
Y a quien me diga que soy un idealista del mercado perfecto, le dejo con este trozo de diálogo de una novela que leí hace poco y que recomiendo:
Andrew turned back to Sam, “You live in a fantasy world, where worker and consumers are fully informed and everything adjusts smoothly.”
“And in your world,” Sam countered, “only you are fully informed. Eveyone else is the need of your wisdom.”Rusell Roberts
The Invisible Heart. An Economic Romance.
Y por eso digo que quienes piensan que son capaces de “corregir” al mercado, en realidad se creen dioses omniscientes. Y yo creo que más que porque hayan comido la fruta del árbol prohibido es porque se han empachado de canapés
Nota 1: Hombre, diréis, hay a quien esto de la multiplicación de la población no le gusta un pelo. Ahí están todas esas teorías de la superpoblación, el malthusianismo y todo eso. Y yo digo, ¿quienes ven el crecimiento de la población como una lacra más que una bendición, se han parado a pensar que sin éste a lo mejor ellos no estarían pisando la tierra hoy? Y yo les pregunto, ¿descartado el exterminio como medida poco políticamente correcta, qué “soluciones” aportarían ellos para volver a una dimensión “adecuada”? ¿Limitar el número de hijos como hacen en algunos países de dudosa tradición democrática? ¿Incentivos fiscales a la no-procreación? ¿…?
Nota sobre el título: Frase tomada de la Vulgata del libro del Génesis 3, 5 “Es que Dios sabe muy bien que el día en que coman de él, se les abrirán los ojos y serán como dioses, conocedores del bien y del mal”. En latín: “scit enim Deus quod in quocumque die comederitis ex eo aperientur oculi vestri et eritis sicut dii scientes bonum et malum”. Son la palabras que utiliza la serpiente para tentar a Eva a comer el fruto del árbol de la ciencia, aquél que daba el conocimiento infinito
Enhorabuena por el blog, me han gustado mucho los contenidos. No
es frecuente encontrar blogs que contengan tanta profundidad de pensamiento
y tan buena bibliografía. Le recomiendo que estos artículos tan buenos sean
también ofrecidos a alguna revista de pensamiento o de economía de empresa,
que tan necesitadas andan de articulistas brillantes como creo que es
usted.
Muchas gracias Flor, por tus palabras y sobre todo por pasarte por aquí y, por favor, no me llames de usted que me haces sentirme más mayor de lo que soy.
Un saludo,
Antonio.
Antonio, y yo que creía que la división del trabajo la inventaron los cazadores machos que mandaban a sus hembras a recolectar… 😀
José M., ja ja ja 😀 Por algo había que empezar, ¿no?
Tampoco es que Adam Smith lo inventara
Aunque a lo mejor era al revés y la hembra mandaba al macho a cazar…
Saludos,
Antonio.