Non est opus valentibus medico sed male habentibus

Comentaba hace unos días que tengo tres objeciones de base a la refundación del capitalismo, una de ellas es la que se refiere a la hipótesis de partida, la de que el sistema de mercado -vulgo el capitalismo- ha fracasado y, por lo tanto necesita ser refundado. Mi posición es que esta premisa es falsa tal y como trataré de exponer a continuación.

Antes, me parece necesario que clarifiquemos el concepto de capitalismo, de manera que no sólo le liberemos de cualquier tipo de prejuicio y connotación -sea negativa o positiva- sino que también estemos seguros de que estamos discutiendo de la misma cosa. Porque para decidir si el sistema de mercado ha fallado o no, entiendo que nadie se opondrá a que primero debemos definir qué entendemos por el sistema de libre mercado y además, cuáles son sus fines -si es que los tiene. Porque si no sabemos cuáles son sus objetivos, cuál es su meta, ya me diréis cómo podremos comprobar cuán lejos estamos de esos fines y si estamos o no fracasando en conseguirlos.

Para ello, creo que merece la pena acudir a Mises y su obra La Acción Humana (el subrayado es mío):

La economía de mercado es un sistema social de división del trabajo basado en la propiedad privada de los medios de producción. Cada uno, dentro de tal orden, actúa según le aconseja su propio interés; todos, sin embargo, satisfacen las necesidades de los demás al atender las propias. El actor se pone invariablemente al servicio de sus conciudadanos. Éstos, a su vez, igualmente sirven a aquél. El hombre es al mismo tiempo medio y fin; fin último para sí mismo y medio en cuanto coadyuva con los demás para que puedan alcanzar sus propios fines.

El sistema está gobernado por el mercado. […]

El mercado no es un ni un lugar ni una cosa ni una asociación. El mercado es un proceso puesto en marcha por las actuaciones diversas de los múltiples individuos que entre sí cooperan bajo el régimen de división del trabajo.

Ludwig von Mises
La Acción Humana. Tratado de Economía

Por otro lado, el sistema de mercado no tiene un fin definido. Y no lo tiene porque, como tal, no ha sido diseñado ni creado intencionadamente. Como decía el otro día citando a Hayek, es fruto del orden espontáneo, alcanzado sin no pocos sacrificios y durante un dilatado proceso evolutivo. Es decir, pese a la propaganda y los clichés de un lado del espectro político, el capitalismo no fue inventado en el siglo XIX por unos señores salidos como de un cuento de Dickens, así gordotes, de carrillos sonrosados, cuidadas barbas blancas y vistiendo chaleco y sombrero de copa. El capitalismo no fue inventado por nadie, sino que fue inventado por todos y se fue perfeccionando con el paso del tiempo.

Así, si no se puso en marcha por nadie de forma consciente, dificilmente se hizo con una intención, y por tanto por definición, no puede tener objetivos ni fines. Es simplemente un mecanismo, tremendamente complejo y, a la vez, extremadamente simple, de asignación de los medios de producción. Por lo tanto, si no tiene un fin, si no tiene un objetivo: ¿cómo podemos decir que ha fracasado? ¿Fracasado respecto a qué?

El sistema de mercado no busca ni el bien ni el mal, pues:

Para una ideología como la del liberalismo, fundada enteramente sobre bases científicas, cuestiones como la de la bondad o no del orden social capitalista, de la posibilidad o no de imaginar otro mejor, de la posibilidad o no de rechazarlo desde cualquier punto de vista filosófico o metafísico, ni siquiera se plantean. El liberalismo se basa en las ciencias de la economía política pura, las cuales dentro de su sistema no conocen los juicios de valor, no hacen afirmaciones sobre el debe ser, sobre lo que está bien o está mal, sino que se limitan a tomar nota de lo que es y cómo es.

Ludwig von Mises
Liberalismo [La Tradición Clásica]

No ocurre así con otros sistemas, como el comunismo/socialismo -no confundir aquí sistemas con partidos, por favor. Estos sí con padres conocidos y con fines muy definidos y a priori bien intencionados. Aquí sí que había un objetivo claro y aquí sí que se se pretendía distinguir entre lo que está bien y lo que está mal. Éste si que se puede decir que es un sistema que ha fracasado -y esto espero que muy poca gente lo discuta a estas alturas de la película. Y lo ha hecho además estrepitosmente y no sin poco sufrimiento precisamente. Quería crear igualdad y creó más desigualdad que ningún otro sistema, quería repartir la riqueza y lo que hizo fue eliminarla, quería alcanzar un ideal y lo que consiguió fue hambre, muerte y destrucción.

El capitalismo, sin embargo, no tiene fines. Los fines los tenemos las personas, cada uno el suyo -y la magia es que, por poco intuitivo que parezca, persiguiendo nuestros propios fines, ayudamos a los demás a alcanzar los suyos. Por lo tanto no podemos hablar de fracaso del capitalismo.

Por lo tanto, no ha lugar la excusa de que el capitalismo ha fracasado para meter mano en el sistema de libre mercado y la propiedad privada.

Vale, de acuerdo, diréis algunos, pero el caso es que estamos en crisis y el de mercado es el sistema por el que nos regimos en una gran parte del globo, por lo tanto, algo pasa que no es bueno. Y algo hay que hacer.

Muy bien, digo yo. ¿Pero por qué decimos que lo que nos pasa es culpa del mercado? ¿Por qué nadie habla del estado? Veamos que dice Mises acerca del estado en relación con el mercado (como de costumbre, el subrayado lo pongo yo):

El estado, es decir, el aparato social de la fuerza y la coacción, no interfiere en su funcionamiento ni interviene en aquellas actividades de los ciudadanos que el propio mercado encauza. El imperio estatal se ejerce sobre la gente únicamente para prevenir actuaciones que perjudiquen o puedan perturbar el funcionamiento del mercado. Se protege y ampara la vida, la salud y la propiedad de los particulares de las agresiones que, por violencia o fraude, puedan perpretar enemigos internos o externos. El estado crea y mantiene un ambiente social que permite que la economía de mercado se desenvuelva pacíficamente.

Ludwig von Mises
La Acción Humana. Tratado de Economía

Y ahora me pregunto yo, si hay fraude, si hay abusos, si hay perturbaciones … ¿de quién es la culpa, del mercado, de los facinerosos o del estado? La culpa está clara, es de quien comete la falta. ¿Y el fallo? ¿Quién no ha sido capaz de prevenir actuaciones perjudiciales? ¿El mercado o el estado?

Y si encima, es el estado quien introduce las perturbaciones en el sistema, ¿quién es culpable?

Finalmente, preguntas abiertas para reflexionar:

  • ¿En qué lugar del ranking de regulación situaríamos al sistema financiero? ¿Arriba o abajo de la tabla? ¿Quién está más regulado, el sector financiero o el comercio? ¿La banca o la industria manufacturera? ¿Las cajas de ahorro o el sector servicios?
  • Parte de la culpa de la crisis se imputa a que el dinero ha estado muy, muy barato…. ¿quién fija el precio del dinero? ¿El mercado o el estado?
  • Parte de la culpa de la crisis se le achacaba al precio del petróleo…. ¿quién fija el precio del petróleo? ¿El mercado o el estado, por cierto, de países con dudosa trayectoria democrática?
  • Parte de la culpa de la crisis se le achaca a la escalada de precios de la vivienda y a la especulación. Sabiendo que el suelo es una parte muy importante del coste de una vivienda…. ¿quién fija el precio del suelo? ¿el mercado o el estado? ¿quién limita la oferta de suelo, el mercado o el estado? ¿la limitación es una limitación natural o es una creación artificial de escasez de suelo?

Pues eso.

Nota sobre el título: Frase tomada del Nuevo Testamento de la Vulgata, Mateo 9, 12 “Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos”. La pronuncia Jesús en respuesta a los fariseos cuando éstos le echan en cara sentarse a comer con publicanos y pecadores.

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5 thoughts on “Non est opus valentibus medico sed male habentibus

  1. Me parece muy bien tu planteamiento. ¿Es que el capitalismo ha fracasado? ¿Ya no tenemos futuro? ¿Vivimos peor que las generaciones anteriores? ¿Nuestro sistema sanitario nos ha hecho regresar a los tiempos de la peste negra? ¿De nuevo vuelve el sistema a anular nuestros derechos humanos y reciclar los humanos fallidos en esclavos? ¿Volvemos al estadio cultural pre-capitalista que pudo sufrir Galileo o cualquier ciudadano chino en la revolución cultural colectivista? ¿Es que los sistemas alternativos han permitido gobernar a las minorías? ¿Es comparable un futuro 6% de morosidad a la insolvencia colectiva alcanzada por otros sistemas? ¿O el 15% de paro al desperdicio humano masivo en cierta isla de sistema colectivo?

    ¿Dónde está el fracaso? ¿No estaremos simplemente en otro ciclo de creación destructiva schumpeteriano que viene a librarnos de nuestras ineficiencias, pasar lista, hacernos recapacitar y ayudarnos a seguir adelante? ¿No necesita el estudiante justito un suspenso de vez en cuando o el hijo algún serio aviso para madurar?

    Otros sistemas colectivos, privados de mecanismos como el mercado, no pudieron doblarse como los juncos y acabaron hechos añicos. El nuestro, en cambio, tiene juego para muchos siglos. Evolucionará, aprenderá, se flexibilizará, como tantos otros aspectos humanos, perfeccionándose.

    El individualismo, también llamado capitalismo, es todavía el sistema óptimo porque los cerebros vienen en cantidades discretas y el esfuerzo, la responsabilidad, el aprendizaje es individual, siendo el esfuerzo colectivo no más que el aunar múltiples voluntades individuales.

    ¿Sabríamos volver a la luna? ¿Cuánto conocimiento no escrito había en las personas que vivieron la aventura espacial? ¿Sabríamos ahora reproducirlo con nuestra técnica? Quizá. Pero nos costaría sobremanera.

    Y aunque sobre la aventura lunar presidía un político, y él era la cabeza visible de un esfuerzo colectivo, no era él la cabeza pensante, ni origen ni instrumento del esfuerzo. No podría reproducirlo. Ni podrá cambiar el sistema ahora el político arrogante, porque el sistema individual descansa sobre un número de individuos mayor ahora que en toda su historia. Como mucho podrá interferir, corregir determinados efectos o empeorarlos.

    Pero, ¿refundar el sistema? Ni queriendo podría. Y además… ¿para qué? ¿con qué ideas? ¿con qué experiencia? ¿con qué plan?

    Las crisis son parte de la vida… esas décimas de fiebre antes de un estirón… ese revulsivo que nos obliga a dejar el excesivo acomodo que nos hacía dejar de usar la mente… una crisis que el propio mercado ha generado (ahí discrepo de tus preguntas guiadas), como dijo Kondratiev sobre la Gran Depresión para regocijo de Stalin, pero que se recuperará por sí mismo como parte del proceso de regeneración del sistema individualista, como también dijo Kondratiev justo antes de que Stalin lo mandara ejecutar. Eppur si muove.

    (Disculpad el rollo de viernes noche)

  2. Gabriel, creo que lo has clavado. Me quedo con tu frase “El individualismo, también llamado capitalismo, es todavía el sistema óptimo porque los cerebros vienen en cantidades discretas y el esfuerzo, la responsabilidad, el aprendizaje es individual, siendo el esfuerzo colectivo no más que el aunar múltiples voluntades individuales.”

    Y tú lo has dicho, lo que nos está pasando no es más que el funcionamiento del mercado, no es que haya fallado, es que funciona bien: al final los desequilibrios acaban por corregirse. Nadie da duros a cuatro pesetas ni nadie puede ofrecer rentabilidades del 20% prometiendo riesgo cero.

    Ahora bien, el mercado puede tardar más o menos en corregirse. A veces, es cuestión de tiempo y otras es cuestión de tiempo y de que el estado elimine las barreras a la corrección.

    Tienes razón, mis preguntas no eran inocentes sino dirigidas. Entiendo tu discrepancia, pero el mercado genera esas situaciones porque el estado en los casos que menciono es un agente muy importante del mercado. Aquél introduce una distorsión muy significativa en el mercado, y una de las consecuencias es que aparece la especulación.

    La especulación surge como consecuencia de asimetrías, sea de información, de control sobre determinados recursos naturales o de regulación. Y bastantes de estas asimetrías -no todas, está claro- las provoca el propio estado. Conscientemente -aunque con buenas intenciones- o incoscientemente.

    Y concluyo: el mercado no puede generar nada porque no tiene personalidad ni voluntad. El mercado, como proceso o, mejor, como sistema complejo -y no lineal- responde a estímulos. Y aunque puede haber retroalimientación -y la hay, positiva y negativa- el desencadenante son los agentes. Son ellos los que proporcionan las entradas y sufren las salidas.

    Y, vuelvo a insistir, un agente muy importante, y éste sí con voluntad propia -la de sus gobernantes-, es el estado.

    Muchas gracias, ¡Ah! y tus “rollos” de viernes noche siempre son bienvenidos :-)

    Un abrazo,
    Antonio.

  3. Siempre es un placer xD

    Y a veces el estado, en vez de acelerar, lo que hace es aplazar una corrección necesaria… como cuando adquiere activos tóxicos de ciertos bancos, premiando a los menos eficientes.

    El otro día leía un ejemplo de Barclays que me hacía reflexionar. Las deudas de los bancos, en la forma que sean, han perdido valor, evidentemente, ya que las primas han subido con el riesgo.

    Muchos de ellos, Barclays, recompra deuda propia a bajo precio.

    ¿Qué genera? Un beneficio. Lo que debías a 10, lo recompras por 5. Beneficio 5. ¿Quién pierde? Quien había comprado una deuda que resultó tener mucho más riesgo del previsto. La pérdida es asumida por la percepción del riesgo incorrecta.

    Pero, si ahora el estado los respalda, el contribuyente asume una pérdida que no debe, el inversor no entra en el juego, ese beneficio ya no se lo pueden anotar… un bonito caso de moral hazard.

    Y ahí te doy la razón: ¿quién la ha generado? El estado. Y a veces sin medidas concretas sino con simples reflexiones altisonantes que hacen cambiar las perspectivas de los agentes. Incluso aunque las medidas se queden en nada, el daño está hecho y la corrección se prolonga en el tiempo.

    Y volvemos a la fatal arrogancia que decías :) en el fondo el mercado acabará haciendo lo que deba, sólo que el transitorio será más largo y doloroso. Cogemos el móvil y le permitimos ir acumulando energía sin que la libere…

    Muchos recuerdos desde el caos aeroportuario.

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