Austeritas magna virtus populi sapientis est

Mucho se habla últimamente de la austeridad pública, de los recortes y las reformas. Y, en general, se escuchan —y leen— voces que dicen que la austeridad no es la única solución ni es suficiente para acabar la crisis, amén que hunde más al país en la recesión. Sobre el mito del crecimiento artificial a base de gasto público ya escribí algo en El Confidencial hace unas semanas, hoy me gustaría rebatir otro argumento: que la austeridad no es suficiente.

¿Que no es suficiente? ¿Seguro? Quien dice esto parece que considera que ya hemos agotado toda posibilidad de reducir grasa y ya no queda sino reducir músculo. Lo que yo opino es que estamos lejos aún, muy pero que muy lejos, de poder calificar a nuestro sector público con un adjetivo siquiera cercano a “austero”.

Para mí, la austeridad debe rozar incluso, si me lo permitís, la cutrez. Así lo digo y así lo pienso. ¿Qué nuestros diputados deben escribir a bic en vez de con montblancs? Que lo hagan, pese a que a algunos, como leí en twitter, les resulte esto una degradación institucional. ¿En qué estamos pensando?

No parecemos darnos cuenta de que cada euro de más que se gasta un político o burócrata —para una recarga de la susodicha montblanc, un iPad o la comida en el Asia Gallery del Palace— sale del esfuerzo de alguien, que ha madrugado, soportado el atasco mañanero o los apretones del metro, se ha enterrado en un cubículo o un taller o un despacho o un camión durante horas, comido de túper o de menú, para luego volver a soportar el atasco o las incomodidades del transporte público en hora punta. Todo ello para no llegar a ver a sus hijos despiertos.

Llamadme demagógico y populista, pero seguro que ese alguien de quien os hablo no pone el despertador cada día a las 6 ó 7 de la mañana para que sus señorías puedan descansar en un hotel de 5 estrellas entre sesión y sesión parlamentaria, los señores secretarios de estado desplazarse cómodamente en audis, o los excelentísimos alcaldes disponer de mayordomo personal y salón comedor privado. ¿Me puede explicar alguien en qué capítulo del manual de la democracia se explican tales privilegios?

Quien gasta ese euro de más sin pensar de dónde sale —y quienes le apoyan— sólo merece un calificativo: irresponsable. Pues, ¿acaso no es una irresponsabilidad actuar sin siquiera pararse a conocer las consecuencias de las propias acciones, inmediatas y remotas?

Es decir, que a quienes piensan que la austeridad no resuelve nada y no hay más remedio que disparar con la pólvora del rey de las monetizaciones, los eurobonos y los rescates públicos, hay que decirles que aún hay mucho margen para llamar austero a este estado de los siglos XX y XXI.

No, no se puede hablar de austeridad mientras haya un solo cargo público subido al coche oficial, mientras siga despegando el Falcon, mientras siga habiendo saraos internacionales semana sí, semana también a los que los políticos acuden en tropel, a todo trapo y con sus multitudinarios séquitos de asesores alojándose en el Four Seasons de la ciudad que toque.

No se puede hablar de austeridad mientras sigan existiendo subvenciones a grupos amigos, mientras sigan produciéndose y emitiéndose anuncios de publicidad del “Gobierno de España”, mientras se mantengan canales públicos de TV quemando dinero a espuertas, mientras se continúen pagando alquileres para alojar “embajadas autonómicas”, mientras se siga pagando la iluminación navideña de los presupuestos públicos a mayor gloria del edil de turno.

¿Que todo eso es sólo la punta del icebeg? Correcto. ¿Qué lo gordo está en los servicios y las prestaciones sociales? Correctísimo. Pero digo yo: ¿Y?

Como excusa para no ser verdaderamente austeros, siquiera en lo superficial, me parece bastante pobre. Y hasta que estos señores que se han autoconcedido tanto privilegio pasen de nadar en la abundacia a vivir en la verdadera cutrez —si es que escribir a bic es una cutrez, que a mí me parece muy respetable— no puede decirse que no haya margen de maniobra para la austeridad.

 

Actualización 1: Me he dado cuenta que había publicado el post sin el clásico título en latín (la falta de costumbre), por lo que se lo he añadido ex post. El título es una traducción libre al latín (y por lo tanto es posible que no sea del todo correcta) de una sentecia de Solón, uno de los famosos siete sabios de la Grecia Antigua: “La austeridad es una de las grandes virtudes de un pueblo inteligente. Nada en demasía.” No he localizado la fuente original, por lo que es posible que sea apócrifa. Lo que sí es cierto que es a Solón a quien se le atribuye la versión corta “Nada en demasía” que estaba grabada en el Templo del Oráculo de Delfos (meden agan en griego, nihil nimis en latín), aunque es más conocido el “conócete a ti mismo” del mismo templo.

Actualización 2: Me apunta Manuel Polavieja via Facebook otras muchas “bolsas de grasa” sobre las que actuar antes de decir que se es austero: edificios singulares en alquiler mientras hay edificios públicos vacíos, diputados que sólo sirven para “apretar el botón del voto”, el Senado tal y como está montado, subvenciones a partidos y sindicatos, administraciones duplicadas, empresas públicas para colocar amiguetes, etc. En fin, que no pretendía ser exhaustivo y ya se ve que si hacemos un concurso de ideas entre los ciudadanos (y no los políticos y grupos de interés), saldrían unos cuantos milloncejos para ahorrar.

6 thoughts on “Austeritas magna virtus populi sapientis est

  1. Antonio:
    Inapelable, brutal. Debería ser obligatorio leer este post antes de ir a votar.
    Gracias por ponerlo tan claro.

  2. En mi compañía, por influencia del director general, llevamos años con esto de la austeridad. A veces, incluso pensamos que sobrepasamos la línea de la cutrez. Pero, aunque el dinero sea de los accionistas y no de los contribuyentes, la filosofía subyacente es la misma.
    No hay iphones, ni para el comité de dirección. Una blackberry o un Android hacen el mismo servicio por la mitad de precio. En los hoteles de 4 estrellas se descansa igual que en los de 5. Y perfectamente se puede comer un menú de 25 euros con un cliente. Y para visitar a los clientes, un Volkswagen sirve igual que un Audi.
    Y si un proveedor te invita a pasar dos días en un hotel de 5 estrellas… seguramente lo vas a terminar pagando. Así que mejor rechazas la invitación y tan amigos.
    Si un empleado hace esto en su empresa…¿no deberían hacer lo mismo estos empleados de los contribuyentes?

    PD: Efectivamente, esto es una mínima porción de lo que cuestan las TV autonómicas o los AVEs a ninguna parte. Pero, cuando estás pidiendo prestado para sobrevivir, cada euro que ahorres, es un euro menos que pides y un euro menos generando intereses.

  3. Muchas gracias Alberto. Lamentablemente son pocas las opciones que hay, pues en mantener el statu quo de la casta dirigente no hay desacuerdo ni reparos ideológicos. Con alguna excepción como estamos viendo estos días.

    Rafa, muchas gracias por dejar el comentario. Empiezo por la post data: en efecto eso es lo que no les entra en la cabeza, cuando hay déficit, cada euro tiene un impacto tremendo, por eso hay que abordar hasta el gasto más nimio.

    Lo que comentas de las empresas es así, ¡qué te voy a contar a ti! Cuando era responsable de un departamento y no consultor y me tocaba explicarle a mi equipo las medidas de ahorro que nos venían del corporativo en Londres, les argumentaba de forma parecida. En aquel momento la empresa daba pérdidas, y me esforzaba en convencerles que cada euro de gasto supérfluo era un euro que el accionista tenía que poner de su bolsillo.

    A fin de cuentas el accionista es voluntario, los ciudadanos somos “accionistas” obligatorios de esta maquinaria estatal, por lo que sí, más justificado está aún. Pero no se enteran…

    Un abrazo fuerte a los dos! 😉

  4. Sentido comun, poco frecuente. Muy bien descrito Antonio. El problema mas relevante, creo yo, es que vivimos en una sociedad muy dormida y los ejemplos que todos dais, muy solidos y necesarios, no calan en la sociedad y por tanto menos en los politicos. Aunque tenemos entre todos que seguir insistiendo, que el la sigue la persigue. Un saludo

  5. Pero ya que tenemos estado y es algo que parece inevitable, estaremos de acuerdo que estos empleados desempeñan funciones muy importantes, intervienen en mercados organizados, redactan las normas que rigen las conductas de los ciudadanos y de alguna forma controlan el orden que en gran parte ellos mismos han establecido. Si conviertes como dices su hábitat en una cutrez ¿hasta que punto creas incentivos para que un profesional cambie trabajar en el sector privado por tener una cartera en un ministerio del cual dependemos todos?

    Creo que hemos tocado fondo y el nivel profesional de nuestros políticos es muy mediocre. Pero cortar el iceberg supondría empezar a escarbar el fondo más si cabe, a costa de reducir ni el 1% del déficit público.

    A mi juicio, ya que existe el agente del estado, a sus empleados les garantizaría grandes primas y salarios solamente en función del devenir de las variables macroeconómicas, índice de desarrollo humano, renta per capita,…Tanto a corto como a largo plazo.

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