Este es mi primer meme. Llevo pocos meses, apenas tres, de blog y hace poco he descubierto los memes. Como muchos, pensaba que nunca iba a participar en ninguna de las invitaciones abiertas que he visto en los blogs que leo habitualmente. Y, como muchos, he picado también 😉
Este lo he visto en el blog de Julen (porque era un meme, ¿no?) y en seguida ha traído a mi memoria imágenes del pasado, presente y futuro. En definitiva, me ha parecido tan entrañable que no me he podido resistir. Así que allá va:
1.- Llevo en mi frente la marca imborrable del viejo mostrador de formica roja oscura que separaba la cocina de la sala de estar en casa de mis padres en Málaga cuando tenía apenas 3 ó 4 años. Bueno, concretamente, la marca corresponde a la esquina del viejo mostrador de formica roja oscura.
2.- Después, hubo una reforma que cambió la cocina de lugar y la independizó. Desapareció el mostrador y apareció una mesa (de formica igualmente, pero beige) abatible que se unía a la pared con bisagras. Sobre aquella mesa mi madre me “ayudó” a memorizar las preposiciones. Aún no se me han olvidado (palabrita que no uso Google para esto y lo escribo de corrido): a, ante, bajo, cabe, con, contra, de, desde, en, entre, hacia, hasta, para, por, según, sin, so, sobre, tras (¿alguien ha usado alguna vez la “so”?)
3.- La cocina creció a la par que la economía del país y de la familia. Desapareció la formica y apareció una pequeña tele donde todos los lunes, con un café bebido a las 7 de la mañana veía en las noticias de la 2 como cada semana el Atleti hacía el doblete.
4.- Después, el que desapareció fuí yo: me casé. Nuestra primera casa era prestada por mis suegros, por eso nuestra primera cocina de verdad de casados estaba en un estudio en Barcelona en el paseo de la Bonanova. Se ocultaba tras las puertas de un armario en una estancia que era cocina, salón y zona de estudio donde hacer los casos del IESE. Calentar agua para hervir los espaguettis llevaba media hora de reloj y si nos íbamos con la lavadora puesta nos la encontrábamos en medio de la habitación al llegar. Pese a ello, mi mujer y yo guardamos un recuerdo inolvidable de aquel apartamento, aquella cocina y aquel tiempo.
5.- Hoy esa cocina está en Madrid, y espero que mis hijas un día escriban una entrada en su propio blog recordando cómo su padre las sentaba en la encimera mientras les preparaba el biberón y contaba, una a una y en voz alta las cucharadas de leche en polvo y cereales imitando la voz del vampiro de Barrio Sésamo.
A partir de aquí, si alguien quiere, que tome el testigo.
Mi primera cocina cuando fundé mi hogar también se escondía detrás de las puertas de un armario y aun así hacía hasta la masa de la empanadillas.