Estos días, mientras atravieso la marea de personas en esos grandes almacenes fácilmente reconocibles en búsqueda de los últimos regalos pendientes, miro a mi alrededor -sin pararme porque me arrollan- y pienso si lo que ocurre es realmente algo tan malo como parece imponer la lógica dominante o, por el contrario es algo positivo y beneficioso para el individuo, la libertad y la economía.
Adelanto ya que esta entrada se aleja de la corrección política, y sin duda estaréis en desacuerdo conmigo. El motivo es que voy a romper una lanza por este consumismo navideño que tantas descalificaciones recibe, y postular que no es ni mucho menos tan fiero como lo pintan.
Tres son mis argumentos:
1.- El consumo en sí no es malo ni bueno, simplemente es. Es el exceso o el defecto lo que es malo. Las compras, el comercio es algo inherente al ser humano -ningún otro ser vivo compra y vende. Además, no debemos olvidar que el consumo es sólo una parte de la ecuación: para que exista, debe haber productos o servicios que consumir, que ha de producir o prestar alguien que, a su vez vive de producirlos o prestarlos (sea empresario o empleado). ¿O es que gracias a las campañas de Navidad no se crea empleo? ¿Estacional, precario, temporal? De acuerdo, pero quien lo realiza es porque no tiene una alternativa mejor, por lo tanto si no existiera, muchas personas estarían peor de lo que estarían hoy. ¿Cuántos estudiantes aprovechan para sacarse un dinerillo extra estas semanas aprovechando las vacaciones? ¿A cuántas personas se les ofrece una oportunidad en estos días para ganar experiencia que poder capitalizar en el futuro?
Además, aunque a nivel microeconómico aparezca un marcado carácter estacional si nos fijamos en determinadas ramas de la economía, a nivel agregado debemos considerar las fábricas que en verano comienzan a manufacturar las muñecas y consolas que se venderán en diciembre o los transportistas que durante el otoño empezarán a suministrar a los establecimientos. O los gimnasios y fabricantes de parches para dejar de fumar que en enero hacen su agosto…
2.- Hay pocas ocasiones en el año en el que tanta gente haga algo a la vez pensando en los demás en vez de en uno mismo. Alguno hay que cuando le compre el pañuelo a la suegra, realmente piense en él/ella mismo/a por ahorrarse malas caras, pero prefiero pensar que en general se hace pensando en agradar a otras personas y, sólo el esfuerzo de estrujarse las neuronas para acertar con el regalo y que le guste al destinatario, merece la pena. Por no hablar del esfuerzo económico en muchos casos. ¿No es una pequeña muestra de sacrificio por los demás?
Ni que hablar de campañas navideñas de recogidas de juguetes, alimentos, calendarios, telemaratones, inocentes-inocentes, y demás. Vale, se pueden hacer en cualquier época del año, ¿pero por qué no se hacen en abril? Si ya nos hemos puesto de acuerdo, ¿por qué cambiar? ¿Por qué no replicarlo y así hacemos el doble de bien? De acuerdo, a veces se hacen interesadamente pensando en la audiencia, ¿pero hace daño a alguien la audiencia? ¿no es bueno el resultado? ¿se siente alguien engañado?
3.- Finalmente, no somos tontos. Nos gusta mucho hablar de la “masa humana”, del “rebaño de borregos”, gente alienada que sin criterio ni pensamiento propio sigue los dictados de unos seres malvados y aviesos que nos manipulan y manejan a su antojo sentados alrededor de lujosas mesas de reuniones hechas de caoba (con incrustaciones de marquetería), sean en Consejos de Administración o de Ministros.
¿De verdad nos consideramos así de maleables? ¿Ese concepto tenemos de nosotros mismos? Esta claro que quienes lo decimos, obviamente nos auto-excluímos, no formamos parte de la masa. Pero, ¿es que acaso no lo piensa todo el mundo? Y si fuera verdad, ¿habríamos llegado a donde hemos llegado como civilización? ¿No haría tiempo que esos malvados habrían acabado con nuestra sociedad?
No, yo confío en el hombre, en su criterio, su libertad y su responsabilidad, y salvo casos patológicos, creo que mal que bien todos sabemos discernir entre lo bueno y lo malo, lo que conviene y lo que no, qué excesos podemos afrontar y cuáles no, quién nos quiere engañar y quién no, quién nos quiere bien y quién nos quiere mal, etc. ¿Y vosotros?
Espero haberos convencido un poquito de que no es tan fiero el león como lo pintan.
Hoy es el primer dia que paso por aquí y debo decir que me ha encantado
No podría estar más de acuerdo con tu post. Me ha gustado muchísimo, como trabajadora de la campaña de Navidad, como compradora, como receptora de regalos, como todo
No creo que este post tenga muchos detractores, lo has expuesto de una manera genial.
Un saludo, pasaré más veces por aquí