En una entrada anterior ya había amenazado con escribir esta crÍtica dirigida no tanto hacia el Espíritu Emprendedor y los Agentes Libres, sino más bien hacia esa percepción que tengo a menudo de que a nosotros, aquellos que seguimos trabajando por cuenta ajena, se nos mira por encima del hombro y con cierta suficiencia desde este, por lo demás, admirable grupo de personas. Y es que con frecuencia se cae víctima de un cierto maniqueísmo por el que se deduce que si no pertenecemos al rebaño de los explotados, entonces no nos cabe otra que ser nosotros los explotadores…
Conste que lo digo con todo el cariño del mundo porque tengo amigos emprendedores a los que admiro -y por qué no decirlo, en cierto modo también envidio- y además, no hay nada más lejos de mi intención que emular a Pilar Trucios, pero es que a veces cuando leo y escucho a los emprendedores (y no enlazo a nadie porque no estoy pensando en nadie en particular) me da la sensación de que se cae en el “soy guay porque soy emprendedor”. ¡Uf! lo he dicho, frase maldita. Sé que tendrá consecuencias, pero es lo que siento y me explico.
Mi opinión se basa en el hecho de que siempre se acude a criterios negativos -tanto por sus connotaciones como por el hecho de que son motivos para el no-cambio- para explicar las razones por los que no damos el salto. Habría, a mi juicio, tres categorías de argumentos:
- Materiales, que tienen que ver con el aburguesamiento, con la mochila, con la creación y sostenimiento de necesidades artificiales, …
- Emocionales, relacionados con el impulso natural hacia la seguridad y la estabilidad, la aversión al riesgo, el miedo a la incertidumbre, la resistencia al cambio, el instinto de conservación…
- Personales, referidos a aspectos de la propia personalidad como la reticencia a asumir responsabilidades, la falta de carácter para tomar decisiones, la falta de confianza en uno mismo, …
De las tres clases de criterio la del tipo 3 es la que gobierna el resultado, porque determinan la libertad de la persona para elegir racionalmente su respuesta a los impulsos de la necesidad y la emoción. Y esta es la causa de mi amistosa rebelión: no me importa demasiado que me llamen materialista o pequeñoburgués por no lanzarme a emprender, o que me digan cagueta por el mismo motivo, porque a fin de cuentas, yo sé cuales son mis motivos reales. Lo que realmente me levanta de la silla es que me achaquen falta de carácter o de responsabilidad, pues para mí es lo que subyace en las dos primeras afirmaciones.
Naturalmente, creo que estos criterios existen, son reales y están presentes en muchas decisiones, lo que yo argumento, es que no siempre.
Lo que reivindico es el beneficio de la duda, reclamo el derecho a haber elegido libre y responsablemente trabajar para otro por criterios positivos -en el sentido de que no excluyen una alternativa sino que la priman. Por ejemplo uno puede decidir trabajar en una gran empresa:
- Porque cuenta con más medios para hacer lo que le gusta (diseñar aviones a reacción, viajar y conocer otras culturas, juguetear en el laboratorio con equipos DWDM, …)
- Porque se encuentra a gusto con la gente, hay buen ambiente en su empresa (que como las meigas, empresas con buen ambiente haberlas haylas), tiene un jefe competente y que le da cancha, compañeros que lo son y un equipo del que se siente orgulloso.
- Porque le proporciona retos y opciones de aprendizaje, porque puede ayudar a que otras personas se desarrollen profesionalmente, porque cree que puede contribuir a cambiar las cosas desde dentro.
Alguno me diréis: ¡bah! excusas. Probablemente lo sean. Otros podréis replicar: te estás justificando. Pues seguramente. A lo mejor estamos aguardando el momento oportuno, o a falta de que nos den el empujón o quizás somos carne de multinacional o de ministerio. Pero no tiene que ser necesariamente porque seamos unos apáticos caguetas acomodaticios, ¿no?
Antonio, no solo no te voy a quitar la razón sino que te voy a dar dos argumentos más.
1º Muchos emprendedores hemos dado el salto en un momento en el que nos han empujado o nos hemos visto obligados a ello. Aunque también es cierto que estábamos predispuestos a ello. Quizás otros con otra mentalidad se hubiesen hundido al no ver otra salida que el trabajo tradicional.
2º También creo que a veces da la sensación de que se mira por encima del hombro a quienes eligen un trabajo estable. En este caso creo que es una herramienta mental más para poder seguir emprendiendo. El emprendedor está muy solo en muchos momentos y necesita sentir que lo que hace merece la pena. Quizá es una explicación muy simple, pero creo que es cierta.
Un abrazo
Lamentablemente tienes razón. Cuando hablas con algunos emprendedores parece que representan (representamos) el próximo escalón en la evolución humana.
Y también te digo que hay dos tipos de emprendedores que lo son más por obligación que por obligación que por motivación.
1.- El quemado. Que proviene de una empresa en la que no existe ninguno de los incentivos que has comentado en la entrada, al contrario se le menosprecia y se le paga poco y mal.
2.- El obligado. Este toma la decisión de ser emprendedor porque no le queda otra. “Si no encuentro trabajo por cuenta ajena voy a poner una tiendecita de…” estos negocios suelen durar lo que tarde la persona en encontrar otro trabajo o aprobar unas oposiciones.
Un Saludo
Precisamente por eso que comentas en el primer punto, Andrés, creo que tu trabajo y tu aportación es tan importante. El hacernos reflexionar sobre nuestra Marca Propia (a mí sí me gusta el término, quien lo confunda con etiqueta es que no entiende el concepto tampoco cuando se aplica de forma tradicional), sobre nuestros objetivos vitales y profesionales, sobre nuestros puntos fuertes o nuestros factores diferenciales, nos convierte en personas más libres. Libres de influencias externas, como las que comenta Ratonero en su primer tipo, pero sobre todo, libres de nuestros propios instintos, esos que nos atenaza cuando nos pasa lo que ambos comentáis. Si somos conscientes en cada momento podremos dar una respuesta diferente. Es decir, tendremos en nustras manos nuestro propio destino, pero esto también es una pesada responsabilidad que a nuestros instintos no les gusta nada. Hay quien sabe esto y lo utiliza…
En cualquier caso, los emprendedores sois las personas que hacen progresar nuestra sociedad (y no los políticos) y por eso creo que os podéis permitir accesos momentáneos de vanidad 😉
Llego tarde, disculpa. Había leído en el blog Tic&Tac sobre tu artículo. Me ha gustado también a mí tu enfoque. Creo que es un buen ejercicio de tolerancia y, además, siempre es necesario complementar capacidades. Cada cual, en su ámbito, debe ser legal consigo mismo. Eso es lo importante, la autenticidad en tu planteamiento, sea cual sea, siempre que respetes a los demás.
Un saludo,
Julen
Julen, no pidas dispculpas, al contrario, te agradezco el comentario. Y efectivamente, la honestidad intelectual con uno mismo es la base de la tolerancia y al mismo tiempo enriquece el debate y la conversación.
Tienes razón en el planteamiento, hay muchísimo profesional a sueldo exitoso y con unos trabajos interesantes y muy bien pagados.
El emprendedor lo tiene difícil, pero es una opción como otra cualquiera, y los habrá buenos y malos como en todo.
Me ha gustado tu planteamiento ahora que colaboro con iniciador y que trato con mucho emprendedor y yo mismo hago las cosas por mi cuenta, para no perder la referencia. Las críticas o reflexiones razonadas son siempre bienvenidas.