Homo homini lupus

Con frecuencia solemos echarle la culpa a los jefes de todos los males que nos aquejan, al parecer si no el peor de todos, sí el más frecuente, la desmotivación. Y en verdad es fácil, muy fácil para un manager desmotivar a su gente. Con muy poquito esfuerzo lo conseguimos, es más con cero esfuerzo. Pues quizás la peor de las faltas que puede cometer un directivo contra la moral de su gente es la omisión.

Pero no sólo los jefes directos hacen dificil la vida al empleado. No tienen -no tenemos- el monopolio en exclusiva de fastidiar a los demás en su puesto de trabajo. Los managers de otros departamentos, con cierto “nivel” en la empresa, luchan por su cuota de mercado, pero es que también entre personas del mismo nivel, voluntaria o involuntariamente, ya sea por competir, por justificarse o, simplemente, por antipatía se generan tensiones que afectan negativamente a lo que generalmente entendemos por la motivación de las personas.

Es por esto que en más de una ocasión, cuando me he visto inmerso en alguna tormenta de ideas sobre la pregunta mágica de “¿cómo motivar a nuestros colaboradores?”, últimamente me inclino a responder que me conformo con que no me los desmotiven los demás, que para motivarles o hundirles en la miseria ya me basto yo solito.

Porque un jefe puede hacer mucho mal, sí, pero si no es así, y tiene un patrón de conducta honesto, cree en las personas y no les pone trabas a su desarrollo, aun así puede encontrarse que su gente no se encuentre a gusto.

Da igual que les reconozca su esfuerzo, si sus iguales en otras áreas lo dan por hecho, no importa que les de cancha y responsabilidades  si luego junto a la máquina de café tienen que escuchar que son los enchufados del jefe, queda sin efecto el que les asigne un proyecto para su crecimiento personal y profesional si sus compañeros le recriminan que por culpa de eso les dedica menos tiempo a sus asuntos. Resultará contraproducente si les manda a un curso fuera para que aumenten sus habilidades si a la vuelta se encuentran con que le han puesto “de vuelta y media” por estar todo el día de cursito… y así un largo etcétera.

Y no por lo frecuente deja de asombrarme. Curioso como soy -rozando lo cotilla-, no paro de observar situaciones en las que dos personas se ensañan verbalmente con una tercera que ocupa el mismo nivel dentro de su empresa. Lo he visto entre ejecutivos mientras pegaba el oido a una conversación detrás mía en la cola de embarque del puente aéreo (de ahí lo de cotilla ;-), pero también entre trabajadoras de la empresa de limpieza de la oficina con las que suelo coincidir cuando trabajo hasta tarde, también entre personal administrativo de empresas semipúblicas y hasta entre madres en el parque.

Alguien puede pensar que estoy echando balones fuera, que estoy tratando de eludir mi responsabilidad culpando a otros, a la “opinión pública”. Pero opino que es al contrario, quien cree que toda la responsabilidad sobre la motivación –como sobre el desarrollo– es de los jefes, es él quien está escurriendo el bulto. A mi juicio y a menor escala es un poco como poner en manos del estado aspectos de nuestra vida que sólo nos competen a nosostros mismos, como individuos libres y responsables (leáse, por ejemplo EpC).

Pero no me quiero desviar del tema, lo que quiero decir es que gran parte de la culpa de lo que nos pasa es de nosotros mismos, da igual el nivel en la empresa en la que nos encontremos. Y aunque uno se crea que está por encima del bien y del mal, es muy fácil caer en la tentación y entrar en la rueda de los creadores de opinión. Cuando uno menos se lo espera se encuentra a si mismo cuchicheando en la mesa de otro despotricando de fulanito y lo injusto que es que tenga más grande la plaza de parking, que le hayan enviado a tal curso o que se haya tomado el día libre entre semana.

Lo que quiero decir es que es muy fácil pensar que es normal que la gente vaya por ahí comentando por los pasillos, lo que es dificil al parecer es darse cuenta que, queramos o no, somos parte de esa gente y que cambiar eso es posible, simplemente con cada una de las personas lo reconozca y se aplique el parche.

La buena noticia, es que esta energía que malgastamos también pueden usarse de manera positiva. La pregunta, que no es retórica, es ¿cómo?

¿Cómo le damos la vuelta a la situación? Y si no podemos porque es esfuerzo titánico para una sola persona, ¿cómo podemos, como jefes, proteger a nuestra gente?

¿Cómo podemos derruir entre todos el tópico de que el hombre es un lobo para el hombre, aunque vaya disfrazado con piel de cordero?

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3 thoughts on “Homo homini lupus

  1. Me parece muy interesante tu reflexión, tanto que hace tres años llegue a una conclusión: a la mierda las empresas sería autónomo o jefe (montar mi propia empresa).
    La competitividad es innata en la naturaleza humana y esa lucha “deshonesta”, absurda, e increíblemente eficaz y corrosiva que es el cotilleo, o lucha social interna es inevitable.
    ¿para que implicarse en una empresa? ¿Para qué intentarlo hacer bien? ¿Para qué un jefe o un accionista que en un momento dado me despediría este contento? ¿Qué me importa a mí si mi empresa gana más o menos? Mira el cámara café; es comedia exagerada cierto, pero si intentas implicarte eres un pringado y un pelota, en cambio el listillo es enrollao y es más probable que acabe bien considerado…. es la naturaleza humana. Yo paso de vivir en un entorno así. Ahora soy autónomo y hasta cierto punto me agobia estar solo en casa currando, pero espero crecer y tener socios o montarme un pequeño equipo con el que trabajar a gusto. Solo hay una vida.
    Por cierto por fin un título que entiendo… aunque no creo que todos seamos lobos, hay quien desarrolla más el instinto competitivo (y suele estar muy orgulloso) y quien desarrolla más el cooperativo… diferentes estrategias biológicas instintivas que nos marcan…. en mi humilde opinión.
    saludos

  2. otra cosa, como podrás comprobar te cogí la plantilla del blog, que tan amablemente pusiste a disposición, para montarme una mía
    supongo que tendría que poner tu nombre por algún lado, ya lo haré.
    gracias.

  3. Gracias por tu comentario, Luis, y no te preocupes porque publiqué la plantilla precisamente para eso, para que la use quien quiera.
    Por otro lado, yo soy un poco más optimista respecto a las empresas. Todavía pienso que podemos cambiar. Si hemos sido capaces de progresar desde sociedades cerradas a abiertas, del feudalismo y los absolutismos a la sociedad libre y democrática, ¿por qué no podemos conseguir un progreso similar en un ámbito más reducido?
    Yo pienso que las empresas son necesarias, por supuesto que admiro a emprendendores y a quienes os lanzáis a la aventura de trabajar por cuenta propia. Las grandes empresas de hoy en día empezaron así. Pero aún hay muchas actividades que requieren la escala de una empresa.
    Mi argumento en esta entrada es que el hacer agradable o un infierno el trabajar en una empresa depende no sólo de los jefes sino de nosotros mismos como individuos. Que no todo es culpa de dos o tres señores cordos con sombreo de copa que se sientan en una sala enmoquetada en la planta noble y deciden arruinarle la vida a los empleados. Que muchas veces, somos nosotros, los trabajadores los que le arruinamos la vida a nuestros iguales delante de la máquina de café.
    Y aunque lo de Camera Café sea una exageración, ya sabes que muchas veces la realidad supera a la ficción…
    De todos modos, yo creo en la naturaleza humana, mezquina con frecuencia pero capaz también de lo mejor.
    Fomentemos lo segundo.
    Saludos,
    Antonio.

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