Salgo de mi silencio temporal de los últimos meses en parte porque acabo de terminar hoy mismo mi primer proyecto en mi nueva profesión y, por lo tanto estoy un poco -sólo un poco- más libre, pero sobre todo para quejarme amargamente del trato que estoy recibiendo por parte de un proveedor de servicios del que llevo tres meses intentando darme de baja, burofax incluido.
No voy a aburrir con la historia, dado que lamentablemente, las dificultades para darse de baja en ese sector no son noticia hoy. Más bien creo que el afortunado que consiguiera que le dieran de baja a la primera y en plazo sin duda acapararía más de una portada de diario. Sería un poco como el señor aquel que pisó la Luna por primera vez, ese que tenía apellido de músico de Jazz.
Tampoco voy a mencionar a la empresa -que algunos de mis compañeros blogeros conocen muy bien- ni al sector -pues son tres gatos y se notaría. Y no lo cuento porque este blog tiene la regla no escrita de mencionar únicamente los casos positivos, aquellos momentos de la verdad que se saldan con gran satisfacción para el cliente, sin dar nombres de los casos negativos. Encima que me fastidian no voy a ayudarles gratis, ¿no? Porque la ayuda empieza porque te digan que tienes un problema.
También hay otros motivos. Por ejemplo, uno que seguro muchos no compartiréis, es que algún día alguno de estos casos puede ser cliente de la empresa que me da trabajo hoy o me lo ha dado en el pasado, y lo último que quiero es perjudicarles. No es el caso, pero quién sabe.
En cualquier caso, ese dato -el nombre de la empresa- tampoco es muy relevante por lo que apuntaba un par de párrafos más arriba: me temo que es un mal endémico de ese sector en nuestro país, que es España. Y lo dice alguien que ha estado del otro lado y que ha vivido muy de cerca lo problemático que es tramitar una baja, y esto no es ironía, que conste.
Lo que me pregunto es, ¿para qué necesitan esas empresas un departamento de fidelización? Si su mejor herramienta de retención es el departamento de bajas. No dejan escapar a ni uno, oiga. Te tienen ahí atado y mareándote hasta que desistes por cansancio. O, en el peor de los casos te vas con dos o tres cuotas más pobre, que para la casa aunque sean piedras, como dice mi hermana.
Pero no, no pensemos mal. Será un exceso de buena voluntad. Es un temor tremendo a que, pese a haber mencionado que me quiero dar de baja, tras identificar el contrato, nombre y apellidos, DNI, código postal y nombre del banco donde tengo domiciliado el recibo e insistido vehemente en no querer continuar con ellos, pues chico como que no se atreven. Todo esto tras darme un número de fax que nunca funciona y perder un burofax entregado en mano con acuse de recibo y nombre y DNI de la persona que lo recibió. El miedo a darte de baja por error les debe paralizar. En fin.
Y es que, concedido lo de la buena fe, entonces es que son simplemente inútiles. Nada de teorías conspirativas. Que se pierda un fax, vale. Oye, todo el mundo se equivoca. Pero caramba, ¿no les he dicho ya que no quiero ser cliente? Pues denme de baja y ya encontrarán el fax. Y si no, lo pintan. Pero no me trasladan a mí, al cliente, un problema de inutilidad suya, ¿no?
Pues no, tengo que ir a un distribuidor y entregar un fax allí para que me lo manden gratis. Y digo yo, para eso me acerco a sus oficinas aprovechando que vivo en Madrid, ¿no?
Claro que, a lo mejor tendría que llevar padrinos y un par de testigos.
Vaya. Estas situaciones son un verdadero atentado al medio ambiente por la energía que llega a disiparse… tengo un compañero de trabajo que siguió todo el proceso legal completo, incluidos burofaxes, ministerio de industria, arbitrajes, etc… y le dieron la razón y acabó cobrando hasta el último euro… eso si, dos años después.
Re-bienvenido
Hola Gabriel, sí que es un derroche de energía y al final uno acaba claudicando porque todo ese proceso lleva un tiempo que, la verdad, prefiero dedicar a mi familia.
Pero mira, como comento en el último post, al menos me ha dado pie a volver a escribir. A ver si puedo mantener un cierto ritmo y no me tienes que dar la re-bienvenida más veces 😉
Gracias, como siempre, por pasar por aquí.
Saludos,