Contradictio in terminis

El socialismo, entendido no como una opción electoral concreta, sino como una forma de entender al individuo, la sociedad y la economía que es más o menos común a todos los partidos, tiene muchas contradicciones.

Una de ellas es la puesta de manifiesto por Ludwig von Mises en su teorema de la imposibilidad del socialismo tan pronto como en los años 20 del siglo pasado (El socialismo. Análisis económico y sociológico, 1922) y que ha sido actualizada por Jesús Huerta de Soto hace unos pocos años en su Socialismo, cálculo económico y función empresarial (1992). Esta crítica, demoledora por su aplastante lógica, se centra en la información que los agentes económicos utilizan para tomas sus decisiones —cálculo económico— y que, a su vez, generan con su propia actuación —al comprar o no comprar un bien a un determinado precio, estamos generando información que otros individuos utilizarán para decidir si producir más de ese bien, subir o bajar el precio, dedicarse a otro negocio, comprar otro bien distinto, etc.

Al intervenir el estado en la actividad económica intentando planificarla u orientarla en algún sentido, lo que está haciendo es precisamente cortocircuitar el mecanismo que genera la información que necesita para, precisamente, planificar la consecución de sus fines —que pueden ser todo lo bienintencionados que se quiera, eso no lo niego. De aquí se demuestra que no es posible intervenir en la economía y a la vez lograr el objetivo buscado: el estado carece de la información para ello porque se ha cargado la fuente de la misma, que es el libre ejercicio de la función empresarial. Esta es, de forma muy simplificada, y seguramente defectuosa, la explicación de por qué el ideal intervencionista es imposible.

Pero a mi juicio, existe otra contradicción lógica más profunda aún pero que no corresponde al ámbito económico sino, digamos, al moral. El razonamiento que hago es el siguiente:

(1) El progresista piensa que el estado debe intervenir en la sociedad y en las decisiones que tomamos los que la componemos porque el humano es un ser egoísta y poco dado a mirar por el bien de los demás. Si le dejamos a su libre albedrío, tenderá a aprovecharse de sus congéneres, engañándoles para sacar el máximo provecho económico y así medrar a costa del prójimo. Dar libertad sería como dejar que imperase la ley de la selva, el pez grande se come al pequeño, unos ganan lo que otros pierden y todo eso…

(2) Por ello, el amante del intervencionismo piensa que el estado ha de intervenir para corregir la maldad intrínseca del hombre. Sólo si desde los poderes públicos se controlan, regulan y se pone coto a los desmanes individualistas del ser humano cuando es libre, se podrá construir una sociedad que progrese igualitariamente. Es por eso, que valoran tanto el papel del Robin Hood moderno, que en lugar de hacer un uso virtuoso del arco y la flecha, se trastoca en el mismísimo sheriff de Sherwood para, a golpe de BOE quitárselo al rico para dárselo a los pobres.

(3) Pero claro, el estado no está formado por ángeles asexuados, de bondad infinita y sin un rastro de codicia en su ADN. Antes bien, lo componen políticos y burócratas que son personas de carne y hueso. Seres humanos que no veo porqué deberían estar excluídos de la afirmación que hacíamos en (1). ¿Lo están? ¿Borra el acta de diputado toda esa maldad intrínseca en cuanto se recoge y se sienta uno en su escaño?

(4) Se podría decir que el proceso democrático garantiza que se escogen a los mejores. ¿Seguro? Que se lo digan a los que en las últimas elecciones votaron al partido que hoy está en la oposición o a los que en estas elecciones van a votar a las siglas que hoy gobiernan. A ver si piensan que el proceso democrático elige a los mejores y más preparados —lo de las dos tardes, es sólo un ejemplo.

(5) Y, en todo caso, ¿por qué extraña confluencia de hechos, los seres egoístas y codiciosos que formamos la sociedad justo en el momento de ir a votar nos transformamos en esos seres seráficos y altruístas y votamos lo que pensamos que es mejor para toda la sociedad y no lo que es mejor para nosotros mismos?

Es decir, como el hombre es codicioso, hay que ponerle límites y regular su actividad. Pero los que harán eso serán personas hechas del mismo material genético elegidas por esos mismos congéneres egoístas y abusones… ¿Cómo se soluciona esta contradicción?

 

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3 thoughts on “Contradictio in terminis

  1. Bueno, asumiendo que esa “maldad y egoísmo natural del ser humano” es intrínseco a su naturaleza, la solución está en encontrar un sistema que aprovechándose de las acciones que los seres humanos realizamos “egoístamente” se alcance el “bien común”… pero eso, más o menos, ya lo dijo alguien antes, ¿no?
    :)

  2. ¡Qué alegría recibir un comentario en el blog!

    Ese sistema, imperfecto como lo es el ser humano, ya existe Luis y estoy seguro que adivinarías mi respuesta: ¡el mercado! 😉

    La verdad es que la expresión de Adam Smith, tuvo la fortuna de hacerse célebre y la mala pata de dar una visión misteriosa del proceso económico y social.

    No he querido extenderme mucho más en el post, pero lo cierto es que el hombre es capaz de lo peor (terrorismo, explotación del prójimo, tiranía, genocidio …) pero también de lo mejor. El ser humano puede ser malo y egoísta, pero ojalá hubiera muchos “egoísmos” como el de la madre Teresa de Calcuta, Vicente Ferrer por poner nombre conocidos o como el de héroes anónimos que siempre surgen en situaciones difíciles y sin que medie la coacción del estado (donantes de sangre, voluntarios de Cáritas, bomberos que se juegan la vida el 11S, ciudadanos que se vuelcan el 11M, familias que apoyan incondicionalmente a sus miembros en paro, …). Insisto, todo ello sin que lo diga el BOE. O a pesar de lo que dice el BOE.

    Pero creo que a ti no hay que convencerte 😉

    Un abrazo,
    Antonio.

  3. Si, tratas de colocar valores idealistas a ideas que por si solas no tienen valores, ademas, reconociendo que estos son inherentes al ser humano y se desarrollara con el valor individual del que implementa la idea, si un Comunista piensa que tiene que defender sus ideales usara los valores ideológicos para argumentar la falta de los derechos contra otros ciudadanos, si aplicamos el mismo concepto al capitalismo pues pasara lo mismo, pienso el problema no es el ideal, pues todas las ideas dependen de los individuos que aplican el método…

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