El artículo de este martes en mi blog Monetae Mutation de El Confidencial está dedicado al conocido como Estado de las Autonomía, que ha estado de actualidad la semana anterior por las declaraciones de Esperanza Aguirre tras reunirse con Mariano Rajoy y por las propuestas de UPyD en todos los foros donde se les quiera escuchar. La cuestión es que, pese al clamor popular de que esta forma de organizarnos no funciona, y que es algo parece ver muy claro los potenciales inversores en deuda pública española, nuestros políticos -con notables excepciones como las mencionadas- parecen no darse por aludidos.
Que no se me entienda mal, la descentralización no es mala, al contrario, todo lo que sea debilitar el poder coercitivo del estado es deseable. Lo que ocurre es que la descentralización llevada a cabo en España opera justo en sentido contrario, reultando en un aparato estatal tamáño paquidermo.
En todo caso, como siempre, os dejo con el arranque del post y os animo a seguir leyendo (y comentando) en el sitio original.
Imaginen un padre de familia y su mujer sentados con el director del banco de la esquina para negociar la ampliación de la hipoteca mientras sus diecisiete hijos aporrean la puerta del despacho reclamándole a sus padres: ¡Papá, dame más dinero! ¡Mamá, súbeme la paga! ¡Papá, dame un adelanto, que no llego a fin de mes! ¡Mamá, paga mis deudas que no tengo dinero! ¡Papá, fírmame un aval para un coche nuevo! Además, mientras el banquero sopesa si conceder o no la ampliación y a qué tipo de interés, observa con preocupación que el matrimonio no sólo no se pone de acuerdo en el control del gasto familiar sino que andan a la gresca denunciándose el uno al otro en los tribunales.
¿Creen ustedes que el director de la sucursal les va a prestar el dinero del banco? ¿Dirían que el banquero está atacando a esta desdichada familia si no se lo presta? Pues bien, algo parecido le ocurre a los inversores con el gobierno español: que tienen dudas razonables —y razonadas— sobre su capacidad para mantener a raya a sus diecisiete “hijos”.
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