Comparto aquí el artículo quincenal en El Confidencial, dado que ayer estaba con mi familia viendo las procesiones de la Semana Santa de Málaga. El post en cuestión, iba de decirle al señor Rajoy que gobernar no es sólo tomar medidas impopulares, es tomar medidas efectivas. Y subirle los impuestos a unos, mientras le perdono el fraude a otros no es que sea muy efectivo que digamos… eso sí, los privilegios de políticos y sindicatos y el estado hipetrofiado e intrusivo sigue ahí…
Huelga decir, que no he cambiado mi postura sobre los impuestos que ya he expresado, por ejemplo, aquí, aquí y aquí. Es decir, sigo pensando que tratar de pagar lo mínimo al fisco es un acto de legítima defensa y, por tanto, moralmente aceptable. Pero lo cortés no quita lo valiente y las leyes no pueden aplicarse —o dejar de aplicarse— al antojo del gobernante de turno.
Os dejo, como siempre, el arranque del artículo a continuación, así como el fragmento de la película que comento (eso sí, en correcto inglés, que no lo he encontrado en castellano).
Seguramente ustedes hayan visto o conozcan la película Las amistades peligrosas, basada en la novela del mismo nombre publicada por Pierre Choderlos de Laclos en 1782. Me refiero a la versión de 1988, interpretada por John Malkovich, Glenn Close, Michele Pfeiffer y unos casi debutantes Keanu Reeves y Uma Thurman. En esa película hay una escena en la que el Vizconde de Valmont —Malkovich—, forzado por la Marquesa de Merteuil —Close— abandona a Madame de Tourvel —Pfeiffer— repitiendo machaconamente una otra vez “lo siento, no puedo evitarlo” a cada uno de los argumentos y lamentos de su amante. Pues bien, el gobierno de Mariano Rajoy cada vez me recuerda más al Valmont de aquella escena en la que se traiciona a sí mismo además de traicionar a su conquista.
Podéis seguir leyendo aquí.