Escribir un artículo en plena Navidad -en principio me tocaba el mismo día 25 pero al final ha salido el 26- era un reto, porque en estas fechas toca ser positivo y no amargarle a nadie el turrón con la situación económica -aunque a Cristóbal taxman Montoro no me importaría nada amargárselo por su subida masiva de impuestos. Pero tampoco me parece adecuado lanzar un mensaje de falso positivismo al estilo del anuncio de los chorizos la marca de embutidos, que en un alarde de progresismo del bueno apela mucho a los sentimientos y poco a la responsabilidad y esfuerzo individual. Vamos que como dice Rajoy, vamos a salir de la crisis porque somos españoles, así que podemos quedarnos sentados esperando que ya vendrá la recuperación…
Hay que ser positivos, sí, pero serlo de manera activa y no pasiva. Y de eso va el post de hoy en El Confidencial -ademas de darle un breve repaso al primer año de legislatura de Rajoy. Como me han dicho en uno de los comentarios, como decía un torero, esto va de las tres ‘B’: “bista, balor y buevos”. 😉
Os dejo con el arranque del artículo y aprovecho para desearos a todos unas Felices Fiestas.
Seguramente conocen ustedes la historia de El mago de Oz, publicada en 1900 por L. Frank Baum y llevada al cine en 1939. La trama versa sobre una niña de Kansas llamada Dorothy y su perro Totó que, tras ser arrastrados por un tornado a una tierra de fantasía poblada por los más extraños seres, ha de viajar por un camino pavimentado con baldosas amarillas hasta llegar a la Ciudad Esmeralda, donde podrá pedir ayuda al mago de Oz -que termina siendo un farsante- para regresar a su Kansas natal. Durante su marcha incorpora a tres compañeros de viaje que, sin duda, les resultarán familiares: el espantapájaros sin cerebro, el hombre de hojalata sin corazón y el león sin valor.
En su periplo corren toda suerte de dificultades para, al final, descubrir que la solución la tenían en su mano desde el principio. No necesitaban a un poderoso mago que les rescatara, pues en realidad los cuatro tenían al alcance de sus manos la solución a sus problemas. Pues bien, ahora que acaba de cumplirse un año de la toma de posesión del Gobierno de Mariano Rajoy -y que en pocos días será el primer aniversario de su primera subida de impuestos-, no puedo evitar trazar el paralelismo entre el peculiar grupo del cuento y el gabinete de Gobierno del Partido Popular. Con la diferencia de que estos últimos aún no saben, o no quieren saber, que tienen la solución a su alcance.
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