Estos días se está hablando bastante en los medios de la amenaza de que vivamos una destructiva guerra de divisas entre las principales potencias económicas del mundo, cuyo efecto sería devastador para cualquier esperanza de recuperación para todos los países. Aunque desde que se inició la crisis, la cuestión suele aparecer de vez en cuando, pues en realidad desde que estalló la burbuja todos los bancos centrales del mundo se han puesto a imprimir en mayor o menor medida. Esta vez la ha propiciado la ascensión al poder de Shinzo Abe, primer ministro japonés que ha anunciado que va a tirar la casa por la ventana en términos de expansión fiscal y monetaria, lo que ha puesto muy nerviosos a sus socios en el G20.
Pues bien, en este contexto, he publicado hoy mi artículo quincenal donde trato el tema desde mi posición siempre crítica ante cualquier intento de los políticos de meter mano en la economía, cuyas consecuencias suelen ser más destructivas que realmente curativas, como muchos aún piensan inocentemente (o no tanto).
En todo caso, os dejo con el arranque del artículo y os invito a seguir leyendo el resto en la página de El Confidencial.
Seguramente han leído u oído hablar de la denominada Operación Puerto, pues no en vano existe gran expectación mediática por la relevancia de los implicados en el mayor escándalo de dopaje deportivo en España -con importantes ramificaciones internacionales-, cuya vista oral se ha iniciado hace pocas semanas. Como sabrán, a los encausados se les acusa de haber montado una red de dopaje que ofrecía a sus clientes, todos ellos deportistas de élite, mejorar artificialmente su rendimiento deportivo. De este modo, mediante la administración de hormonas y medicamentos y la realización de transfusiones de sangre, los deportistas habrían obtenido una ventaja ilícita en sus respectivas disciplinas, distorsionando con estas prácticas los resultados en un buen número de competiciones del más alto nivel.
Pues bien, no existe mucha diferencia entre lo que supuestamente ha venido haciendo a sus clientes la red presuntamente encabezada por Eufemiano Fuentes y las prácticas llevadas a cabo por bancos centrales y Gobiernos a sus respectivos países. Esto es, doparles para inducir a toda costa un crecimiento artificial, poniendo con ello en grave riesgo la salud de sus economías. De algún modo, podría decirse que Ben Bernanke, Mario Draghi, Mervin King, o el recién elegido primer ministro japonés, Shinzo Abe, son los Eufemianos Fuentes de las economías desarrolladas.
Seguir leyendo aquí.