Llevo un poco de retraso subiendo los artículos que voy publicando en El Confidencial a este blog, aunque el de este miércoles no quiero dejar de subirlo, dado que el tema de la deflación sigue estando de actualidad, a juzgar por los artículos que suelen leerse aquí y allá. Sobre esta cuestión, ya llevo un par de artículos publicados, aunque aún me faltaban algunos ángulos por tratar, que son a los que he dedicado el post de hoy. Además, la presión mediática de periodistas, políticos, economistas y otros tintadictos es tan importante a favor de medidas inflacionistas, que considero que nunca es demasiado la insistencia en defender un punto de vista alternativo que, además, me parece más correcto. Sin querer desvelar nada más del texto, como siempre, os dejo a continuación con los primeros párrafos del mismo con la ilusión de que os anime a leerlo en la página original de El Confidencial.
Probablemente han visto la película de 1993 Una proposición indecente, en la que un acaudalado Robert Redford ofrece un millón de dólares a una joven pareja recién arruinada en Las Vegas –Demi Moore y Woody Harrelson– por pasar la noche con la chica. En cierto modo, se trata de una versión cinematográfica de la historia en la que un caballero –atribuido apócrifamente a W. Churchill, Groucho Marx, B. Shaw o M. Twain, entre otros– pregunta a una chica si se acostaría con él por una cifra desorbitada de dinero. Tras responder que sí, vuelve a preguntarle si lo haría por una cantidad irrisoria. Cuando la señorita, ofendida, replica que qué se ha creído que ella es, el caballero le responde que lo que es ya le ha quedado claro, que ahora está negociando el precio.
Pues bien, algo similar ocurre con el debate sobre la evolución del índice de precios al consumo (IPC) y la necesidad o no de intervenir para acercarse al objetivo arbitrario del 2% establecido por los bancos centrales y aceptado por las corrientes mayoritarias de economistas. Que la inflación es un robo oculto al ciudadano está claro y la discusión sobre su nivel deseable no es sino una mera negociación sobre hasta cuánto debemos soportar los ciudadanos para enjugar los excesos de endeudamiento propiciado por políticos y banqueros durante la burbuja previa y la crisis posterior, con los rescates al sector financiero y las vanas medidas de estímulo keynesiano.
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Y, como también viene siendo costumbre ya, aliño el post original con un bonus multimedia.