La noticia que es portada hoy en varios periódicos sobre las intenciones del Gobierno y “el mundo del cine y la cultura” de imponer un canon al cine que viene de Hollywood se une al canon sobre los CDs y DVD vírgenes y otras tantas iniciativas que nos niegan la capacidad de elegir por nosotros mismos lo que nos gusta o nos conviene.

Para los enemigos de la libertad -que según Hayek están en todos los partidos- todo individuo, salvo que se demuestre lo contrario, es culpable o al menos sospechoso de piratear todo lo que caiga en sus manos, así como de no saber elegir las películas que deben gustarle, malgastar su dinero (y como el Estado no malgasta, lo hace por nosotros), ser incapaz de elegir sus representantes de entre una lista abierta, equivocarnos en la elección de la educación de nuestros hijos y escuchar emisoras o leer periódicos que no nos convienen, entre otras muchas cosas.

Afortunadamente, no creo que de momento se apruebe una ley que nos obligue a acudir un mínimo de horas a ver el cine que consideran apropiado. Entre tanto, tenemos la elección de no ir, de utilizar el mando a distancia y de comprarnos las pelis que nos gusten en Amazon.