Poco a poco vamos retomando la normalidad tras Navidad, y parte de ello es volver a los post quincenales en mi columna en El Confidencial (aunque en este caso más que un parón, las fiestas han supuesto que tenga tiempo para publicar un artículo extra). En el de este martes me planteo que si según los Keynesianos el déficit y la deuda pública son buenas para el crecimiento y el empleo, ¿por qué no vamos como un tiro dados los niveles de gasto y endeudamiento de los últimos años?
Comienza así:
Imagínense por un momento que tuvieran razón quienes promueven un mayor gasto público para arreglar el problema del desempleo, aun a costa del aumento de la deuda del estado. Es decir, supongan que es verdad que hacer frente a la devolución de los bonos y letras emitidos por nuestro gobierno no fuera lo más importante y que lo que hace falta es más intervención y no menos. Pues bien, si esto fuera cierto, ¿no deberíamos tener ya a nuestras administraciones públicas gastando a espuertas y generando prosperidad para nuestros ciudadanos?
¡Ah! Que me dicen que eso ya lo hacemos y que la cosa no sólo no mejora sino que va a peor. ¿Entonces?
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