Una vez terminada la jornada electoral de estas elecciones del 2008, dos comentarios muy breves. Por un lado, como dije en algún comentario a un post anterior, se confirma que en política no existe la larga cola, tal y como se quejaba Enrique Dans. Es más, esta vez la tendencia ha sido justo en la dirección contraria, muy acentuado además por nuestro sistema electoral -y que tiene más que ver con la división en circunscripciones que por la denostada ley D’Hondt.
Por otro lado, me maravilla que en cuatro horas se haga el escrutinio de 25 millones de votos y que los ciudadanos de a pie tengamos los datos accesibles en tiempo real y al mismo tiempo que los medios. Con una web rápida y que no ha fallado ni una de las veces que la he actualizado, al contrario que algunos periódicos online. Creo que en esto, España y la empresa que presta el servicio, son punteras. Mi enhorabuena a los artífices.
Y uno extra: aunque no ha sido el resultado que me hubiera gustado, me alegra ver cómo al menos ha bajado el apoyo a los -ismos que son menos amigos de la libertad individual, lo cual me llena de esperanza…
Ahí nos encontramos, la injusticia no está en la ley d’Hont sino en las circunscripciones electorales (como bien me replicaste en el otro post xD), y es que no hay motivo para que hagan falta menos abulenses que barceloneses para conseguir un diputado.
Los artífices de que haya menos independentismo, y viva la polémica, son los que son capaces de presentar, aunque les acusen de traidores y paguen un alto precio en otros sitios, una España inclusiva y diversa. Siempre dije que Aznar, en su segunda legislatura, fue una máquina de hacer votos para Esquerra Republicana (y además le convenía hacerlo, desgastando votos tanto del PSC como del nacionalismo moderado cuál caja de Pandora, pero eso es otra historia)
Sé que te hubiera gustado otro resultado, a mi también, aunque en otro sentido: me hubiera gustado que la derrota, puesto a ser derrota, hubiera tenido un mensaje más claro, que no se pudiera esquivar, que llevara a una renovación de una derecha que pudiera dejar de ser conservadora para ser liberal, y por tanto que ni pretendiera el voto en contra de otros, ni despertara el voto contra sí misma. Ocho años deberían ser el máximo de cualquier líder en el poder, del partido que fuera, tanto a nivel estatal como de comunidad o ayuntamiento.
En democracia, la cola de la gaussiana no es importante. Quizá la podríamos hacer más importante si votáramos por comunidades en vez de provincias. Es una realidad de España que cada vez pensamos más en términos de comunidad, y es lógico que queramos representantes que nos representen a cada “tribu”. Las provincias han quedado desfasadas.
Al mismo tiempo hacer listas estatales nos robaría de una diversidad en los grandes partidos que ahora existe, acentuaría un centralismo que sólo gusta a una minoría, y provocaría un desapego adicional al que tanto nuestros incumbentes (sé que está mal) como nuestros aspirantes han contribuído con sus mensajes negativos.
Encantado de leerte, y polemizar, como no, siempre con respeto 😀