Me envió hace ya unos días mi amigo Andrés un correo con una entrevista a Jeff Rubin en la contra de La Vanguardia. En general, en la entrevista da una serie de argumentos que desde mi punto de vista carecen de todo fundamento y que son más propios de las típicas películas de catástrofes que de cuando en cuando se ponen de moda. Sólo le falta decir que de aquí a unos años viviremos todos con nuestro propio huerto y vistiendo otra vez con pieles… en fin… (esto del huerto me ha recordado otra entrada que escribí hace unos meses sobre teorías catastrofistas).
Pero sin duda, lo más interesante es el libro en el que justifica la tesis peregrina de que los ciclos económicos, y en particular la crisis actual, tienen su causa raíz en el petróleo.
En el blog Ecosistema Urbano (cuyo link también me envió Andrés) hacen la siguiente síntesis de la obra mencionada:
En su libro “Por qué el mundo está a punto de hacerse más pequeño” analiza el momento actual desde otro punto de vista basado en 3 premisas:
- El agotamiento del petróleo y de los recursos fósiles –y no las hipotecas basura- son la causa verdadera de la crisis actual. Nos han hecho confundir síntoma con enfermedad y aunque nadie sepa exactamente cuánto petróleo queda ni cuándo se acabará, Rubin afirma con rotundidad que el petróleo barato sí se ha acabado y desencadenará un dominó de consecuencias
- Las energías alternativas no pueden sostener la globalización
- En cuanto acabe la recesión, los precios del petróleo se dispararán y esto significará el fin de la economía global
Pues a mí la primera de las premisas, me parece que está equivocada y que no resiste el más mínimo análisis -al menos no le echa la culpa directamente al capitalismo, algo es algo. En cualquier caso, la crisis actual, como todas las crisis, la han creado los gobiernos y los poderes públicos en general (donde incluyo por supuesto a los bancos centrales). Y me explico: el ciclo económico se debe a la inflación monetaria que propician los gobiernos de todos los colores, sea reduciendo la cantidad de metal precioso en las monedas o imprimiendo dinero -como se hacía antaño-, sea bajando los tipos de interés y generando una expansión crediticia constante -como se hace hogaño.
¿Y por qué esto a los gobiernos les pone? Fácil, porque a mayor dinero, mayor sensación de prosperidad aparente y eso, ellos creen, les da prestigio político y, por lo tanto, votos. Al menos durante la fase alcista del ciclo, luego, en el batacazo, ya le echarán la culpa a alguien -banqueros sin escrúpulos, constructores avariciosos, empresarios explotadores o también, por qué no, al petróleo.
Y es que
0.- Los bancos centrales, en su afán por estimular el crecimiento económico, bajan los tipos de interés, que es el tipo al que prestan a los bancos normales, con la idea de que esto se vaya propagando por todo el sistema financiero hasta llegar a la oficina de la esquina de cada casa.
1.- A ti, por tanto, te empiezan a dar dinero barato, barato y te piensas que todo el monte es orégano. Te dices a ti mismo: “¿Y por qué no me voy a dar yo un capricho? Total, si el dinero está tirao”. Y empiezas a consumir “de prestado” (si eres espabilado, amante del riesgo y un poco kamikaze, hasta te atreves a pedir prestado para comprar acciones y así multiplicar la rentabilidad de tu cartera. Lo que viene siendo apalancarse, pero esa es otra historia).
2.- Al consumir, le traspasamos la sensación de prosperidad a los productores de bienes de consumo, que de repente ven cómo le crecen las ventas. Al ver que el negocio les va como un tiro, se meten en inversiones para ampliar capacidad (construyen nuevas fábricas, abren más tiendas, compran el local de al lado para ampliar el negocio, …).
3.- Mientras los empresarios crean nueva capacidad (que como podemos imaginar, no es de hoy para mañana), se produce escasez de productos en el mercado (aunque no de manera generalizada ni para todos los productos a la vez ni con la misma intensidad). Una cosa lleva a la otra y, como bien dice la ley de la oferta y la demanda, a más escasez, más caras las cosas. Por o que, para regocijo de los empresarios, suben los precios.
4.- Como los empresarios no tendrán dinero para acometer todos lo proyectos de inversión que les gustaría para ampliar capacidad y multiplicar sus ventas y, además, los créditos están tirados (y se lo dan a cualquiera), le piden dinero a su banco o caja de cabecera. Mediante este crédito y el coeficiente de reserva fraccionaria (que básicamente les permite prestar un dinero que no es suyo, sino del depositante), realmente lo que están haciendo es crear dinero ex novo (a este dinero se le llama fiduciario, de fe, porque no tiene un respaldo material; antaño el dinero estaba respaldado por su intercambiabilidad en oro). El efecto es el mismo que cargarle tóner a la máquina de imprimir billetes y darle al botón print, aunque el mecanismo es diferente y algo más sofisticado (por cierto, ¿quién determina ese coeficiente…?)
5a.- Parte de ese nuevo dinero, irá del banco a los bolsillos -o a las cuentas corrientes- de los productores de bienes de capital (que es todo lo que no es bien de consumo), a quienes los productores de bienes de consumo les compran la maquinaria y los bienes intermedios necesarios para fabricar su producto final. Así pues, los productores de bienes de capital ven que las ventas les crecen, se ponen como una moto y empiezan a ampliar capacidad como locos. En este punto, entraríamos en un bucle hacia los puntos 3 y 4 de arriba hasta llegar a los bienes raíces (suelo, etc.)
5b.- Como ampliar capacidad, también implica contratar más gente, otra parte de ese nuevo dinero irá a parar a los trabajadores. Es evidente que esto no ocurre en general en todas las profesiones por igual ni al mismo tiempo, pero en aquellas que se alcanza el pleno empleo, para alegría y alborozo de los profesionales, suben los salarios -de nuevo la ley de la oferta y la demanda.
A medida que los efectos se van diseminando por todo el sistema y van completándose distintas iteraciones de los pasos descritos, nadie puede negar que cada vez más gente va sintiendo la sensación de prosperidad.
Pero esta sensación de prosperidad es irreal porque, como hemos visto, suben los salarios pero también suben los precios. La subida es, por tanto, nominal. Pero como no ocurre a la vez en todos los productos ni todos suben por igual, pasa algún tiempo hasta que nos damos cuenta de que alguien nos está tangando. Entre tanto, vivimos felices sentados sobre el cuerno de la abundancia (¿qué ha pasado estos años con la inflación?).
Así pues
6.- Como tenemos más dinero nominal (seamos empresarios o trabajadores) y nos creemos que estamos “en el taco” (y pensamos que va a durar para siempre), nos metemos en una casa más grande, un Cayenne, un pisito en la playa, etc. Y como seguramente no tendremos para todo, pedimos un crédito más grande, una hipoteca más grande, … que nos dan hasta sin tener trabajo. ¿Consecuencia? Más dinero en el mercado y vuelta al punto 1. Como en el Monopoly -aunque yo siempre he sido más del Palé, que además lo inventó un malagueño-, volvemos a la casilla de salida y cobramos 20.000.
Como es natural, durante este proceso los gobiernos hacen palmas con las orejas. Sí, tienen el problemilla de la inflación, con el que la siempre molesta oposición les suele atizar cuando no están ocupándose de sus trajes. Sin embargo, hay pleno empleo o casi, la gente consume, los híper se llenan los fines de semana -los chándal se vuelven de marca y los zapatos de calle, italianos- y, a mayor gloria del Estado, el dinero entra a espuertas en las arcas públicas por una mayor recaudación de IVA, IRPF, IS, etc. Así, que el dinero valga un poco menos, pues, que más da…. además, la inflación a fin de cuentas ¿no es culpa del Banco Central que se supone es independiente y además ahora está muy lejos? Pues eso. No obstante, en un intento por contener la inflación, los bancos centrales empiezan a subir los tipos de interés oficiales.
Todo este mecanismo es gradual, puede ser relativamente rápido pero, como he comentado antes, no se produce todo de una vez. Con lo cual es como la historia de la rana en el agua que vamos calentando hasta que hierve. Nos vamos dejando atrapar por la placentera sensación del agua calentita.
Lo que pasa es que somos seres humanos y no ranas. Y como no somos tontos, no nos quedamos hasta que hierve (en realidad, la rana tampoco) por lo que en cuanto empieza a quemar damos un salto y salimos de la olla. Y eso es lo que pasa cuando empieza el ciclo descendente, que además se da con bastante violencia -ya sabemos que las noticias malas se propagan con más rapidez..
Porque claro, con los tipos de interés por los suelos, cuando te hagas el NPV (o el VAN), cualquier cosa te va a resultar aparentemente rentable y te vas a meter como inversor (ya que el VAN es inversamente proporcional a la tasa de descuento, en la que el tipo de interés es un componente importante). Aunque a una tasa de descuento razonable no te meterías ni loco en determinadas inversiones, al ver el VAN se te ponen ojos del tío Gilito y te metes. Vaya que si te metes.
5.- ¿Qué ocurre? Pues que en un momento dado, alguien ve que el Emperador va desnudo (típicamente porque se pega la castaña) y empieza a recular. Descubre que al final no todo crece a la velocidad que debiera o que había previsto y que la inversión no era tan buena. Y empieza a perder pasta. A mès a mès, le deja una sorpresita al banco cuando éste pretende cobrar el principal y los intereses del préstamo que le hizo.
Si el banco hubiera concedido el crédito con su dinero, no pasaría de ahí. Pierde dinero y ya le pedirán cuentas al director de la oficina. Lo que ocurre es que el dinero no era suyo, y el banco necesita ese dinero para pagar al depositante y verdadero dueño, que ingenuamente va al cajero a retirar dinero de su depósito. Al darse cuenta de repente del riesgo que tiene, va y cierra el grifo.
Y entonces
4.- El crédito empieza a escasear y suben los tipos de interés de mercado (sí, aquí también funciona la ley de la oferta y la demanda). Pasan a ser más restrictivos en a quién se lo dan (ya no le dan crédito a cualquiera, al menos deben llevar corbata). Con los tipos más elevados, hay inversiones que dejan de tener sentido y dejan de hacerse. Las malas inversiones, se hacen entonces evidentes.
3.- Como no hay proyectos de inversión, los productores de bienes de equipo se quedan con la capacidad ampliada o a medio ampliar y con una cartera de pedidos menguada. No tienen más remedio que bajar los precios, empezar a echar gente si eso no es suficiente y, al final del todo, a impagar a bancos y proveedores. Ya no le crecen las ventas sino los enanos.
2.- Empieza a haber entonces empresarios y trabajadores con menos dinero del que pensaban que tenían, por lo que empiezan a consumir menos. Además, el banco ya no les fía préstamos, por lo que hay que decir adiós al sueño de la casa en la playa y al X5 full equipe.
1.- Como cae el consumo, los productores de bienes de consumo se quedan con la capacidad ampliada o a medio ampliar y con una cartera de pedidos menguada. Bajan los precios, empiezan a echar gente y al final del proceso a impagar a bancos y proveedores. Los enanos continúan dando el estirón.
0.- Los gobiernos, que no saben por dónde les vienen, empiezan a esconder la cabeza usando la táctica del avestruz, luego le echan la culpa a cualquier otro por especular y crear una burbuja, creen que su obligación es “estimular” la economía (es decir, intentar apagar el fuego con gasolina) y ¿los bancos centrales? Pues a bajar tipos -con lo que entorpecen el necesario proceso de ajuste de las malas inversiones.
Y no estamos como al principio sino más pobres, porque en el camino hemos empleado recursos escasos que se hubieran asignado a necesidades más urgentes de no existir el falso ciclo expansionista. Ahora esos recursos están en forma de máquinas paradas, ladrillos cubriéndose de moho, stocks cogiendo polvo en los almacenes o CO2 en la atmósfera -cualquiera que sea su efecto real…
Y esta es la explicación del ciclo económico que, al menos a mí, me parece más plausible. Concretamente se trata de la Teoría Austriaca del Ciclo Económico (TACE), explicada con mis palabras con permiso de Ludwig von Mises (y a riesgo de que el Prof. Huerta de Soto me catee la asignatura del doctorado).
Todo ello, fijaros, sin mencionar el petróleo (que subirá como un bien de orden superior que sirve a bastantes fines, como cualquier otro bien de capital), ni la crisis subprime (que se genera al agotar los banco el potencial de crear dinero de los depósitos por la via del coeficiente de reserva fraccionaria impuesto por la regulación, más concretamente por Basilea), ni la burbuja inmobiliaria (que se crea como consecuencia de que la gente tiene más dinero y una percepción alterada de la prosperidad).
Es decir, todo lo que nos cuentan como causas de la crisis, en realidad son sus consecuencias. Las causas hay que buscarla en los estados, que desde que descubrieron la máquina de hacer billetes, no han dejado de darnos disgustos de manera cíclica. Eso sí, con el concurso de banqueros que no hacían sino su trabajo: satisfacer las necesidades de sus clientes, darles dinero contante (pero no sonante).
Dicho lo cual, respecto a lo del petróleo como causante de la crisis, pues va a ser que no.
P.D. El próximo día continuaré, que esto se me ha vuelto a ir de las manos en longitud…
El título de la entrada corresponde a una obra del Padre Juan de Mariana, escolástico español de la Escuela de Salamanca, precursora de la Escuela Austriaca de Economía. El título en castellano de la citada obra es: “Tratado y discurso sobre la moneda de vellón que al presente se labra en Castilla y de algunos desórdenes y abusos”, que lanzaba duras críticas sobre la alteración de la moneda (ergo, inflación) y que causó que encarcelaran al jesuíta, que con las cosas del comer (del gobernante) no se juega…
Todas esas teorías catastrofistas parecen tener como base la idea de que tiene que llegar un momento (por fin!!!) En que la raza humana sea incapaz de reaccionar ante una situaciôn determinada. Me recuerda a esa expresión tan común de que los americanos son de forma generalizada estúpidos, ignorando sus aportaciones al progreso. Esa obsesiòn por reducir todo a una simple consecuencia que acaba en algo facilòn y sensacionalista es tan previsible…
Muy larga e interesante entrada. Si queremos eliminar el papel del estado en este ciclo perverso, ¿qué opciones tenemos? ¿volver a un sistema con el dinero respaldado por un bien material?
Salu2!
Antonio comparto tu visión del problema. Desde el principio de esta crisis – no en el sentido occidental (debacle) sino oriental (cambio, transformación). Es evidente que nace en esa diferencia entre riqueza creada (Asia, Arabes y Sudamerica)por un lado y el endeudamiento por el otro (EE UU – Europa en sus varias formas). Las deudas tarde o temprano se pagan: 1)voluntariamente 2)Por la suerte o 3)inteligentemente o 4)por la fuerza . Creo que EEUU y Europa esta comprando tiempo para las 3 primeras opciones. Europa siempre mas moderada. Pero sin lugar a dudas la causa de esta crisis comenzó cuando algún gobierno (USA o Europeo)para ganar popularidad para alguna proxima elección flexivilizó la regulación del crédito o se volvió “generoso” con la riqueza de los contribuyentes. Por algo es que más alla de los estfadores de turno, nadie fue preso en esta crisis. Todo fue legal!!!! Todo fue dentro de lo que las normas permitian y ¿quien crea las normas? Los dirigentes politicos que buscan re elegirse. No es que estemos en contra del Estado, o que seamos pesimistas. No creo que para los chinos o hindues o sudamericanos o árabes esta sea una decada perdida o para el olvido. Todo depende del cristal …. pero la verdad es que las deudas tarde o temprano se pagan …. Que hacer ahora? Buscar salidas inteligentes y elegir que tan doloroso sacrificio estamos dispuestos a hacer para cambiar esto. El punto es que algunos piensan que se la ven venir como los próximos a ser sacrificados. Ese es el drama.-
artnek (Marco A.???) sobre las simplificaciones ideológicas, lugares comunes y conocimiento convencional es sobre lo que me rebelo y trato de luchar desde este mi humilde rincón 😉
Ahora bien, la capacidad creativa humana, para lo bueno y para lo malvado, es infinita por lo que siempre encontrará una salida… siempre y cuando no nos carguemos las instituciones que hacen posible la vida en sociedad…
Joserra, por ejemplo lo que propones, que imagino haces referencia al patrón oro, puede paliar y poner orden a los excesos de los gobiernos. Pero eso no les gusta porque en seguida salen retratados en cuanto se lanzan a políticas monetarias inflacionistas.
Otra medida sería acabar con el coeficiente de reserva fraccionaria y obligar a los bancos a mantener un coeficiente de caja del 100%, coartándoles así toda posibilidad de crear dinero virtualmente de la nada. Si quieren prestar, que es sano y bueno, que lo hagan con cargo a su propio capital, y no a cargo del capital de los depositantes.
Otra sería eliminar los Bancos Centrales y las subastas con las que fijan artificialmente los tipos de interés e inyectan dinero al sistema financiero.
Saludos,
Antonio.
Matias, se ha hablado mucho de la desregulación, del neoliberalismo, del capitalismo salvaje, etc. todo para mermar la libertad del individuo en favor del estado. Sin embargo, curiosamente resulta que la banca es uno de los sectores más regulados e intervenidos del mundo. Es una de las pocas industrias, además donde el mercado mayorista sigue en poder del estado (los bancos centrales) y en las que los precios están altamente intervenidos (vía los tipos de interés oficiales).
En España, como sabes, hemos tenido otra burbuja, la inmobiliaria. Curiosamente también, el suelo en España (un factor muy relevante en el precio final) no es libre sino que la oferta está limitada por el estado vía las recalificaciones. ¿Dónde hay que mirar pues?
Y, desde luego, las deudas se pagan… o nunca más nadie te prestará dinero. Lo malo es que los gobernantes no pagan las deudas -ni las condonan- con su propio dinero, sino el de todos los ciudadanos, a quienes se los han arrebatado coactivamente.
Un saludo,
Antonio.