Me acabo de dar cuenta que el penúltimo post en El Confidencial no lo enlacé desde aquí (cosas de andar saturado de trabajo), cosa que arreglaré en este mismo instante. Como ya ha pasado algún tiempo, permitidme saltarme la introducción que suelo hacer e ir directamente al arranque del artículo, que va de unicornios y estímulos monetarios…
Seguramente han oído hablar ustedes de los unicornios, seres mitológicos que llegaron a ser muy conocidos en la Europa de la Edad Media y el Renacimiento y que se asemejaban a un caballo con un único cuerno con forma de espiral naciéndole de la frente y de color típicamente blanco, simbolizando la pureza. Considerado indomable y muy difícil de cazar, se trataba de un animal muy buscado en aquella época, dado que se creía que su asta actuaba como antídoto de cualquier veneno y de medicina contra toda enfermedad. Por ello, no era raro que reyes y nobles les compraran a comerciantes y aventureros polvo de cuerno de unicornio, de la misma forma que hoy vemos a economistas vendiéndoles a nuestros gobernantes las propiedades mágicas del dinero de papel.
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