Vaya por delante que siento una especial admiración y en cierta medida orgullo por compartir lugar de nacimiento con Antonio Banderas. Me parece que es un actor / director que se dedica a lo suyo, que es vivir del cine, lo hace con éxito y por tanto no necesita subvenciones. No se dedica a hacer política como la gran mayoría de sus compañeros de profesión en este país, ni tampoco profesa el sectarismo extremo de los mismos. Y pese a que a que intuyo que su etiqueta política es muy diferente a la mía, creo que su escala de valores no lo es tanto. Le respeto y le admiro porque creo que es un trabajador nato, que con esfuerzo y trabajo ha llegado a donde está, y que pese a la relevancia pública de su figura, mantiene una actitud humilde, de reconocimiento de sus limitaciones y, sobre todo, de amor a su familia, su tierra y sus tradiciones. Lo he constatado así siempre que le he escuchado o leído en alguna entrevista, la última hace unas semanas entrevistado por Jesús Quintero. Le propongo a Andrés que un día analice su Marca Personal.
Como también creo que ha sido víctima del cainismo y envidia tan característica de nuestro pueblo, quiero hacer esta aclaración previa a la crítica de una frase suya que el diario Sur ha utilizado -a mi juicio equivocadamente y con afán sensacionlista- para titular el artículo-entrevista que le dedica con motivo de su cita anual con la Semana Santa de Málaga:
Antonio Banderas participa en la Semana Santa y dice que es una “fiesta anti-globalización”
Diario SUR, 1 de Abril de 2007
Animo a leer el artículo completo para comprobar como el uso de la frase para elegir el titular es completamente anecdótica y en mi opinión está sacada del contexto de la entrevista, transmitiendo una imagen parcial e incorrecta del sentimiento de Banderas respecto a la Semana Santa malagueña. Así dicha, es firme candidata a la lista de tonterías económicas de Carlos Rodríguez Braun, pues no deja de sorprender oirla en boca de una persona que se ha beneficiado larga y legítimamente del fenómeno de la globalización. Y, más aún cuando gracias a él, a su presencia y a su interés por traerse gente de fuera a que conozca nuestra Semana Santa, esta es cada vez un poquito más globalizada.
No obstante no se lo reprocho y me quedo con el resto de la entrevista, ya que creo que, víctima de la corrección política, se le ha debido deslizar el término maldito. Y es que pienso que sustituyendo “globalización” por “multiculturalismo”, la frase habría tenido todo el sentido y coherencia -aunque me temo, que él estaría en desacuerdo.
En cualquier caso, quería escribir una entrada sobre la Semana Santa de Málaga, a la que no he faltado en los más de ocho años desde que salí de la ciudad y en la que, con éste, llevaré la friolera de diecisiete años participando el Jueves Santo como hombre de trono bajo los varales de la Virgen de la Soledad de la Congregación de Mena. Pero al final me ha salido una entrada un poco desviada del tema, así que pondré un (I) al título con el compromiso de que haya un (II) algo más centrado.
Y ahora os dejo que me voy al centro, que parece que hoy no lloverá y podré ir con mi mujer y mis hijas a ver al Cautivo, los Gitanos, la Pasión, la Crucifixión, los Dolores del Puente y a los Estudiantes en la Plaza del Obispo y en la que sale mi sobrino y ahijado de nazareno.